jueves, 24 de mayo de 2018

COMO EN LA PEOR VALENCIA


Dicen que la caridad bien entendida empieza por uno mismo y, aunque cooperar al desarrollo de esos países saqueados durante siglos por las metrópolis europeas no debe ser considerado caridad sino justicia. Por eso, de confirmarse los indicios que han llevado a la detención de una treintena de cargos de la administración local y autonómica catalanas, se cumpliría escandalosamente el aforismo cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos de nuestra cultura popular.
Más de una vez he escrito que detrás de todas esas movilizaciones y despliegues que, desde hace años, se llevan a cabo en las ciudades y pueblos de Cataluña, la base, el punto de partida, de ese procés que busca la autoafirmación de la gente en su identidad nacional catalana y, sobre todo, convertirla en escaparate internacional de las aspiraciones soberanistas, había, hay, una coreografía casi perfecta, con muchas horas de trabajo detrás y, no lo olvidemos, muchos, muchísimos, medios, mucho dinero, prácticamente inagotable, dinero que paga pancartas, cartelería, megafonías, multas y desplazamientos. dinero que, muy probablemente, pagó también el intento de referéndum del pasado 1 de octubre.
Según una investigación judicial, encomendada a la Unidad de Delitos Financieros de la Policía Nacional, la UDEF, esa que Jordi Pujol decía no saber qué coño era. esos treinta detenidos formaban parte de una estructura creada en la Diputación de Barcelona y en la Generalitat y dirigida a desviar fondos destinados a la cooperación con países en desarrollo, especialmente destinados a proyectos de abastecimiento de agua potable y tratamiento de residuos. Un escándalo que, de confirmarse, insisto, creará malestar en muchos catalanes, un pueblo caracterizado desde siempre por su solidaridad y por su participación en el voluntariado que trabaja en África, Asia o América.
Los dirigentes del procés siempre se han mostrado ufanos de su astucia y, como el propio president Torra, han considerado a "los españoles", incluidos, supongo, sus jueces y sus fuerzas policiales, como homúnculos, siempre un paso detrás de sus iniciativas. Sin embargo, hay entre sus filas algún que otro personaje que ha tomado apuntes de su estrategia, dejando por escrito todos o casi todos los pasos dados en el largo proceso que nos ha traído hasta aquí.
Bien es verdad que, una vez olido el peligro, se esforzaron en hacer desaparecer esas pruebas de todo, con tan mala fortuna, que esa policía que tanto han despreciaban, montaba guardia a la puerta de la planta de incineración a la que varios agentes de los mossos llevaban documentación "sensible", la que, por ejemplo, ha llevado a la operación de esta madrugada, para destruirla.
Una de las peores consecuencias de todo lo que está ocurriendo en Cataluña es el desprestigio a que está llevando a los catalanes en el resto de España y no me refiero a los falsos estereotipos creados en torno a su modo de ser o de su lengua, que lo de la tacañería o el "polaco" ya lo llevaban a la espalda. me refiero a la sensación de que virtudes como la de la hospitalidad, la prudencia, o el sentido común, eso que conocemos como seny, han defraudado a más de uno, entre los que me encuentro.
No sé si, una vez que se demuestre lo que ha dado origen a la operación "Estela", de la que hablamos, los catalanes de bien se sentirán decepcionados por el comportamiento delictivo de sus dirigentes y funcionarios. No sé si les molestará que el dinero que creían destinado a la cooperación, ese que iba destinado a esos proyectos a los que muchos catalanes se sumaban, aportando su trabajo voluntario en sus vacaciones. Lo que me asombra es que no se hubiesen preguntado como en el cuplé "La chica del 17" "de dónde sacan pa' tanto como destacan".
El procés no ha salido ni sale ni saldrá gratis. Tiene unos costes claros, y hay que buscarlos en todo ese dinero invertido en él que debiera haber ido a los fines a los que estaba destinado, todo lo perdido en desinversiones y traslados de empresas y todo el prestigio perdido por Cataluña y los catalanes entre quienes, como yo, somos o hemos sido sus mejores clientes. Y es que en Cataluña, como en la Valencia de los peores tiempos, los del "caso Cooperación", el dinero destinado a ayudar a otros se invierte sin control en beneficio propio.

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