Me gustaría poder ver por un agujerito lo que está pasando
en el PP. Me cuesta menos imaginar por lo que están pasando. Es evidente que el
partido está hecho unos zorros, que, por su mala cabeza y su escasa honradez,
se ha convertido en un pim pam pum vertiginoso, en el que los muñecos tardan
menos en caer que en ser repuestos.
Pensemos que, si no hace tanto veíamos a Cristina Cifuentes
como una posible candidata a suceder al mismísimo Mariano Rajoy, hoy nos
partimos de la risa con sólo recordarlo. Pues bien, si alguien se permitió
respirar con alivio por la verçgonzosa y chusca caída de la ex presidenta de la
Comunidad de Madrid, hoy se ha vuelto a atragantar con el repaso al poco
creíble expediente académico de uno de sus posibles sucesores, Pablo Casado, a
quien los títulos académicos le llegan como los galones a los hijos de los
reyes o los dictadores.
Ahora mismo, tengo en la cabeza la imagen de Pablo Casado,
vicesecretario de comunicación del PP. compareciendo con gran despliegue de
medios en las primeras horas del "caso Cifuentes" para dejar claro
que su caso, el de su máster en la Rey Juan Carlos, nada tenía que ver con el
de la señora que, con nocturnidad y alevosía, blandiendo un certificado más
falso que un billete de seis euros, trató de convencerse y convencernos de que
pese a lo que se estaba publicando, entonces sólo la alteración de las notas de
su máster, se iba a quedar en su cargo. La actitud de Casado, creo que lo he
dicho alguna vez, mareando a la prensa con papeles y más papeles de su expediente,
me recordaba a la de Luis Roldán paseando por redacciones, televisiones y
radios una carpeta repleta de documentos, con los que, sólo mostrándoselos a periodistas
por entonces poco duchos en materia de corrupción, pretendía probar su
inocencia.
El esfuerzo de Casado, que ayer, pasado más de un mes de
aquella exhibición de la panoplia con su expediente, tuvo que peregrinar, como
hizo aquel Luis Roldán agobiado, por más de una veintena de medios para
convencernos de que aprobar doce asignaturas de la carrera de Derecho en sólo
cuatro meses, mientras ejercía el cargo de presidente de las Nuevas
Generaciones del PP y participaba en la campaña electoral en la que consiguió
su primer escaño en la Asamblea de Madrid, es lo normal.
Lo hacía para defenderse de una portada de EL MUNDO en la
que, sin demasiadas concreciones, es verdad de le acusaba de haber sido un
protegido de altos cargos del PP, entre ellos Esperanza Aguirre que
"presionaron" a algunos profesores del Centro Cardenal Cisneros,
adscrito a la Complutense y propiedad de la Comunidad de Madrid, para que le
aprobasen.
No sé si el asunto fue tan burdo como parece y lo fue la
falsificación del máster de Cifuentes, con presiones y amenazas de una asesora
de la presidenta. Lo que sí sé, es que ni él ha convencido con sus
explicaciones, ni el rector de la Complutense o el entonces director del
Cardenal Cisneros se han esforzado en defenderle.
Esta misma mañana, ese director, Alberto Pérez de Vargas, ha
reconocido que Pablo Casado le fue presentado como presidente de Nuevas
Generaciones en su despacho por dos profesores para resolver la convalidación
de varias asignaturas que traía aprobadas de su paso por el CADE, otro centro
de enseñanza de Derecho, con fama de duro y dependiente de la Universidad de Comillas,
en el que, en siete años, sólo fue capaz de aprobar la mitad de las
asignaturas. Pérez de Vargas reconoce que, no él, pero sí algunos profesores
recibían llamadas de la Comunidad de Madrid y que la propia Esperanza Aguirre
estaba muy interesada en Casado. También ha dado a entender que, aunque Casado
no vino con una carta de recomendación, es evidente que le fue presentado como
se presenta al "hijo del jefe".
En fin, lo que nadie puede negar, ni el mismo Pablo Casado,
que presume de no haber mentido al incluir en su currículo un posgrado en
Harvard porque "no dijo donde lo cursó ni que sólo duró unos días",
que su expediente está bajo sospecha y que habrá que esperar a la investigación
que ya ha iniciado la Universidad Complutense para darle o quitarle la
credibilidad que ahora tiene en duda. Lo que sí tenemos claro es que el
"recambio" del PP, al menos mientras estudió en el Cardenal Cisneros,
fue un recomendado del a Comunidad de Madrid que entonces presidía Esperanza
Aguirre, afamada criadora de ranas.
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