martes, 22 de mayo de 2018

PARA FORRARSE


Acabo de enterarme de que Eduardo Zaplana, otro ex ministro de Aznar, ha sido detenido en Valencia por la Guardia Civil. Una buena noticia, porque, si alguien en el PP era obscenamente exhibicionista en la ostentación de su poder y su riqueza, ese era Zaplana. Esa actitud le viene de lejos, de cuando apenas era un chico guapo, nacido en Cartagena, casado con la hija de uno de los constructores más poderosos de Benidorm.
Un chico guapo y ambicioso que a punto estuvo de dar con sus huesos en un juzgado en 1990 y que se salvó por los pelos y gracias a todo un equipo de abogados del que sería su partido, el PP, cuando hace casi treinta años apareció accidentalmente en una grabación policial que formaba parte del seguimiento que, por un asunto de tráfico de drogas, se hacía al hermano de un concejal del ayuntamiento de Valencia.
No eran tiempos de móviles y las llamadas muchas veces se hacían desde casa y se recibían en casa, así que los asuntos de uno y otro hermano se mezclaron en las cintas y en la parte tocante al concejal aparecían Zaplana y algunos dirigentes del Partido Popular, entre ellos el responsable de las finanzas del partido, Rosendo Naseiro, del que volvimos a hablar por la trama Gürtel, hablando, con nombres en clave nada imaginativos, sobre el cobro de comisiones a varias constructoras por la adjudicación de obras por los ayuntamientos. Fue en la Semana Santa del 90 y lo recuerdo porque tuve que interrumpir mis vacaciones y plantarme en el despacho del juez Manglano para cubrir la información.
Recuerdo que, en aquella época, esas cosas sólo pasaban, o creíamos que sólo pasaban, en el cine, en películas sobra la Mafia y sus negocios. Pero no, no se trataba de una película, era real como la vida misma, con personajes reales que, al margen de hablar del "negocio", hablaban de sus cosas. Así, por ejemplo, en una de las cintas, finalmente anuladas como prueba y destruidas por la Justicia, podía escucharse al entonces concejal de Benidorm, Eduardo Zaplana, que él "estaba en política para forrarse".
Puede sonar chusco y un tanto macarra, pero así era el personaje que debió forrarse y mucho, puesto que llegó a presidir la Generalitat Valenciana, ministro del reino y al consejo de Administración de la multinacional Telefónica. Ahora que le han detenido, le recuerdo en uno de los comedores del hotel Meliá de Alicante, el que está junto al puerto deportivo, una mañana, a la hora del desayuno, en que yo desayunaba junto a otros compañeros, después de haber asistido a la concesión del Premio Azorín, y él, por entonces ya ministro, estaba en Alicante para un mitin electoral. 
Si recuerdo ese desayuno, es porque entró en el salón y, ni corto ni perezoso, se detuvo ante una de las columnas cubiertas de espejo y sacó de uno de sus bolsillos uno de esos peines de nombre ad hoc y comenzó a recomponer con coquetería y las dos manos su peinado, en un gesto que bien podría haber sido del Danny que interpretó John Travolta en "Grease", todo un "macarra!, vamos, Tenía mi cámara fotográfica en la mesa y, la verdad, podía haber inmortalizado el momento como un paparazzi más. Pero con tanta pelota y tanto escolta no me atreví, aunque pensé que era el perfecto retrato psicológico del personaje, al menos del personaje que yo veía en él.
Hoy, esta mañana, también a la hora del desayuno me entero de que casi treinta años después de aquel "estoy en política para forrarme", le han detenido en la misma Valencia por blanquear presuntamente los dineros que, también presuntamente, habría conseguido cobrando comisiones por adjudicar obras y contratos mientras estuvo al frente de la Generalitat Valenciana. Se ve que Zaplana, como alguno de sus colegas, había dejado dormir su botín en paraísos fiscales, pero, al parecer, su impaciencia, junto a todo lo que han aprendido sobre corrupción nuestras fuerzas de seguridad, le han traicionado y han dado con sus huesos en un calabozo valenciano. A veces, forrarse no es bueno para el futuro y espero que en esta ocasión sea así.

No hay comentarios: