Fue el de ayer uno de esos días en los que la actualidad se
precipita. De repente, Pablo Iglesias nos contó, no ya que si Sánchez fracasa
en su moción debería poco menos que dejar la política, eso ya nos lo había
dicho, sino que presentaría su propia moción de censura la segunda después de
su fracaso de hace once meses; de repente también, el huido conseller Toni
Comín, sin dejar su escaño, renunció a su voto delegado en el Parlament, con lo
que dejaba en minoría a los soberanistas en ese parlament, en el que pasan
tantas cosas y no pasa nada. Y ya, por si fuera poco, el alegre y combativo
Quim Torra, tocapelotas le llamarían en mi barrio, se la envainó, también lo
dicen así, tachando de la lista de su gobierno el nombre de sus cuatro
consejeros inviables por tener causas pendientes con la Justicia,
sustituyéndolos por los de cuatro mujeres, haciendo posible su nombramiento
efectivo y, de paso, alcanzando un aceptable nivel de paridad de género.
Todo esto, en medio de un día de contactos más o menos
discretos que harán posible -o no, que diría el agonizante Rajoy- el triunfo de
la moción de censura de Pedro Sánchez, que se debate a partir de mañana. Sin
embargo, con ser mucho, no fue todo lo anterior lo único destacable de lo
ocurrido. Sin salir de los muros del Congreso, nos encontramos con dos
personajes inefables de ese partido que aún gobierna España y que llenan de
sonrojo a quienes creemos en la democracia, personajes faltones y barriobajeros
que parecen haber sido elegidos para los cargos que representan, más por su
marrullero arrojo en la refriega que por cualquier otra cualidad, que, de
tenerlas, no muestran habitualmente.
El primero, el presidente de Radio Televisión Española, José
Antonio Sánchez, quien, a menos de un mes de dejar su cargo y con gran
parte de los trabajadores de los Servicios Informativos negros ya de vergüenza
por verse manipulados y obligados a dejar a un lado su profesionalidad y
criterio so pena de ser marginados, manteniendo una protesta dignísima en la
que arriesgan mucho, mostró en sus respuestas a los diputados de la comisión
ante la comparecía toda esa zafiedad y cinismo que lleva escrita en la cara y
anuncian sus ademanes. Tanto, que en apenas tres frases y para defenderse, que
no contestar, de la pregunta de un diputado de Podemos sobre su presencia en
los papeles de Bárcenas, nos regaló las imágenes de homosexuales colgados de grúas
en Irán, de niñas apedreadas por "darse un revolcón· con sus novios o de
manifestantes asesinados a tiros en Venezuela. En fin, una joya que, como digo,
dejará su puesto convertido en un muladar lleno de toda la basura y el
desprestigio acumulados en su mandato.
Por último, la secretaria general del PP y todavía ministra
de Defensa, María Dolores de Cospedal consiguió lo que parecía imposible: dejar
aún más alto el listón de la falta de respeto a la verdad y a los cargos
que ocupa, mintiendo descaradamente a casi todas las preguntas que le fueron
formuladas en la comisión que investiga la corrupción.
La señora de los despidos en diferido dio una explicación
aún más críptica sobre la indemnización pagada a Luis Bárcenas para cerrar su
boca y, no contenta con ello, dedicó su tiempo y sus respuestas, ella que es
abogada del Estado y debiera conocer el papel de los jueces y el valor de las
sentencias, a mentir una y otra vez sobre el contenido de la sentencia sobre la
primera etapa de la Gürtel, poniendo en duda el fallo de los jueces que insinuó
tendencioso, lo mismo que los hechos que la sentencia da por probados. Y no fue
eso lo más descarado. Lo más descarado fueron sus maneras con el diputado
socialista que le advirtió que estaba mintiendo. Literalmente le dijo que se
atrevía a hacerlo porque se amparaba en la inmunidad parlamentaria que le
otorgaba el lugar y le invitó a repetirlo "afuera" ante la prensa,
advirtiéndole que, si lo hacía, se querellaría contra él. Así, en el más puro
estilo de su amiga Cristina Cifuentes, el que la devolvió a su casa.
Molesta por las preguntas, especialmente las relativas a la
presunta implicación de la trama de su marido, parecía creerse en una taberna
de barrio. Quizá por ello invito al diputado a repetirlo en la calle. Lo que no
dijo es sí llevaría su escolta.
1 comentario:
Ciertamente preocupante ...
Saludos
Mark de Zabaleta
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