Dentro de unos años, cuando quizá ni tú ni yo sigamos aquí
para verlo, alguien se preguntará qué pasaba en España, en qué pensaban los
españoles, para dejarse gobernar por quienes les despreciaban como les
desprecian, cada vez está más claro, el PP y sus dirigentes. Quizá, con un poco
de suerte, en esa España de la que os hablo habrá borrado de la memoria
colectiva, como la amnesia esconde el trauma que la origina para proteger de
malos recuerdos y culpas a quienes la padecen.
De momento, lo que ocurre es difícil de entender, porque
cómo se explica que alguien pueda confiar, los votantes del PP parecen hacerlo,
en quien ni siquiera es capaz de recordar el nombre del alcalde de su partido,
probablemente impuesto por él o por quien él ha impuesto, el alcalde por el que
ha recorrido los cuatrocientos veinte kilómetros que separan Madrid de
Alicante, al que, al final, acaba llamando así: "alcalde de
Alicante". Qué se puede esperar de quien tiene semejante desliz y que se
puede esperar de quien se rodea de colaboradores que no sólo no son capaces de
evitar a su jefe semejante bochorno, sino que, además, meten sus patitas en su
charco particular, comprometiendo más su cabe, la ya bastante deteriorada
imagen de su partido.
Me refiero, claro, a la secretaria de Estado de
Comunicación, el equivalente en el gobierno de la nación y para Rajoy, a la
Isabel Gallego de Esperanza Aguirre, la que acabó señalando ante el juez todos
y cada uno de chiringuitos en que saqueaban sus compañeros en el gobierno
madrileño. Carmen Martínez Castro, con "de" de quita y pon, que así
se llama la colaboradora de Rajoy, con rango de viceministro, se marcó un
"que se jodan" de camionero dedicado a los pensionistas que silbaban
a su jefe, después de expresar a un cariacontecido amigo sus deseos de hacerles
un corte de mangas a quienes sólo reclamaban una pensión justa y dejar de ser
moneda de cambio para los teje manejes de su jefe.
La señora, toda una secretaria de Estado de Comunicación,
que, por su cargo y por su pasado en los medios, debería saber que las cámaras,
al igual que los micrófonos, las carga el diablo, no sólo cometió la
imprudencia de decir lo que dijo rodeada de cámaras y periodistas, sino que
ayer, dos días después de haber dicho lo que dijo, tuvo el descaro de volver a
desdeñar de nuevo a los ofendidos, entre los que me incluyo, conminándoles a
aceptar sus disculpas y "santas pascuas". Y lo hizo con toda la
soberbia y la frialdad de que fue capaz, convencida de que lo que se juzga no
fue lo que dijo sino lo que piensa. porque no me cabe la menor duda de que
estaba deseando mandar a los pensionistas a tomar el viento de sus pitos y que
pensaba y sigue pensando que esta gente, que se ha pasado la vida trabajando
para que, entre otras cosas, ella pueda cobrar su sueldo, debe joderse con lo
que les "dan" porque, para ella, que tiene un buen sueldo y tendrá un
magnífico retiro, la pensión que cobran todos esos viejos que desprecia no es
fruto de un acto de justicia sino de la caridad más pura y dura.
La verdad es que no la culpo, como tampoco culpo a Andrea
Fabra que mando a joderse a los parados o al inefable Rafael Hernando, lo
de Rafa lo dejo para los amigos, que atribuya a la bondad de Rajoy y su partido
la subida temporal que marca el IPC, forzada por los nacionalistas vascos, tras
semanas y semanas de protestas ante el ayuntamiento de Bilbao. No les culpo,
porque, a ellos, como a casi todos los cargos del PP que no han conocido el
paro, que deben estar mareados de tanta puerta giratoria y tienen el culo
amoldado a las poltronas de los escaños y los despachos, de tantas como han
hollado con sus posaderas, no les cabe en la cabeza que esos ancianos del pito
no se "arreglen" con lo que "les dan". Deben pensar, como
aquel jefe de la vieja SER, que, cuando no se llega a fin de mes, no hay que
pedir un aumento, sino que había que administrar bien el sueldo, como hacía él.
En fin, que esta señora que pide disculpas a quienes hubiese
mandado a la mierda, como quien pide un café en la barra de un bar, con prisa y
con desgana, no ha entendido nada, porque lo malo de sus "que se
jodan" y "santas pascuas" no es que los haya dicho, sino que son
la expresión de lo que piensa.
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