Definitivamente, no me gusta como caza la perrita. No puedo
con Pablo Iglesias. Y, si no puedo, es porque no me gusta que me perdonen la
vida ni mucho menos que me jueguen de farol, que me digan que quieren una cosa
y trabajen para otra. Tampoco me gusta nada el personaje, ese deshabillé, esos gestos
tan milimétricamente estudiados, esa puesta en escena tan de estampa
"revolucionaria" con los "comandantes" solidarios, rodeando
al líder supremo cuando habla. No, definitivamente, no me gusta como caza la
perrita.
Pero lo que menos me gusta son esas maneras mesiánicas, de
quien pretende estar de vuelta de todo, de quien, en lugar de ofrecerse para
trabajar por los ciudadanos, todos, les mira desde arriba y está dispuesto, más
a darles lo que él cree que debe y quiere darles, que a lo que demanden o
necesiten. No, no me gustan las maneras, la puesta en escena, ese histrionismo,
ese exceso de dramatización, tan de los actores aficionados, más pendientes de
aprovechar su gran oportunidad que de hacer creíble el papel que les ha tocado
interpretar.
Y lo siento. Lo siento sobre todo y con toda mi alma
escéptica y atea, porque creo que este país está necesitando que lo paseen por
la izquierda, para acabar con la desigualdad, esa zanja social que el PP y
quienes le prepararon el camino y se lo toleraron, han cavado con ahínco desde
hace años. Por eso me duele aún más que el partido que cosechó el entusiasmo de
quienes, hartos ya de estar hartos, le plantaron cara al miedo y al voto útil
no parezcan interesados en conseguir un gobierno de progreso que pueda poner en
orden la casa, abriendo las ventanas para que entre aire fresco y barriendo todos
los rincones en los que han anidado los parásitos que acompañan a esta derecha
que no ha hecho sino "chulear" a los españoles.
No me gustan las maneras de Pablo Iglesias, ni de quienes se
han hecho con el control de Podemos, casi todos con un origen común, la
facultad de Políticas de la Complutense. Demasiada casta, de otro tipo, pero
también casta, como para no esperar de ellos unanimidades y, la expulsión de
cualquier cuerpo extraño que ose entorpecer o poner en cuestión sus planes.
El programa presentado ayer por Podemos, en medio de esa
coreografía de cabalgata, con sus reyes magos, portando cada uno su ejemplar
como si del oro, el incienso y la mirra se tratase, con Pablo Iglesias en el
atril, flanqueado, insisto, por sus compañeros, mostrando una osadía e
inflexibilidad nada propias de quien se dispone a negociar con quien tiene
treinta escaños más que él y, además, el encargo de formar gobierno.
Como muchos, no he leído esa propuesta de negociación de
tapas moradas, encuadernada en formato dossier, como unos buenos apuntes o un
pulcro trabajo de facultad, pero me ha llegado el análisis que otros han hecho
de él y, sobre todo, he escuchado la intransigencia de Iglesias, sus
condiciones casi casi insalvables y, lo siento, he llegado a la conclusión de que
la propuesta es el resultado de una de esas tormentas de ideas, en las que se
sabe de sobra a dónde se quiere llegar y lo que se hace es vestir el muñeco
para la fiesta a la que se le quiere llevar. Una tormenta de ideas en la que,
al encargado por el rey, que es como decir por el Estado, de formar gobierno
únicamente se le reserva el papel, valga la redundancia, de "reina
madre", quedándose para sí la parte del león del Gobierno.
La propuesta es inaceptable por el candidato, pero, además y
por si no lo fuese, la hace inaceptable para su partido, plagado de barones
deseosos de verle fracasar, lo que me lleva a pensar que lo que en realidad
pretende Iglesias es ir a unas nuevas elecciones en las que, según las
encuestas, superaría a su hipotético socio. Sin embargo, creo que Iglesias se
equivoca, porque le costaría explicar por qué ha desperdiciado esta oportunidad
de lograr un gobierno para España, si no de izquierda revolucionaria, sí de
progreso.
De ahí, mi pregunta. Está claro que podemos, pero ¿queremos?
5 comentarios:
Maravillosa aunque triste radiografía de estos días. Lástima... A mí tampoco me gusta como caza la perrita
Lo has expresado perfectamente...
Saludos
Me da pena reconocerlo porque soy de las personas que esperaban un cambio en este país, pero tampoco me gustan las maneras autoritarias y cerriles de Pablo Iglesias. Creo que estamos a punto de perder una oportunidad de oro para ir cambiando las cosas...
Imposible expresar mejor lo que sentimos muchos.
Muy de acuerdo con esta pregunta. Una pena.
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