Ya está. El candidato que dijo en la cara de Rajoy lo que
pensamos la mayoría de españoles: que no es decente, ha sido el designado por
el jefe del Estado para intentar formar gobierno cuarenta y tres días después
de conocerse el resultado de las elecciones y tras concluir la segunda ronda de
contactos con los líderes de los partidos con representación en este complejo
Congreso que, entre todos, hemos parido.
Es la primera vez, en treinta y siete años de democracia,
que el encargo de formar gobierno se hace al segundo partido más votado y no al
primero. O, mejor dicho, es la primera vez que, ante la pasividad reiterada de
quien debería haber asumido la responsabilidad de afrontar el reto, Mariano
Rajoy como líder de la lista más votada, se hace el encargo a su inmediato
seguidor. La tarea que ha recaído sobre las espaldas de Pedro Sánchez es muy
difícil, pero no imposible y, por supuesto, tiene que intentarlo.
Para creer que es posible, basta con mirar atrás y recordar
lo que se viene diciendo desde hace casi dos años, para comprobar que lo que
tienen en común Sánchez y sus socios, lo que tantas veces han dicho y han
dejado por escrito es su convencimiento de que la solución de los grandes
problemas de este país, problemas como el paro, la corrupción y la política austeridad
que ha convertido a España, por detrás de Letonia, en el segundo país más
desigual de Europa, pasa por la salida del gobierno de Rajoy y su partido. Y
está claro que, si realmente eran sinceros y lo pretenden, basta con acordar
las líneas maestras de las reformas precisas para conseguirlo y ponerse a
trabajar desde dentro o fuera del gobierno.
Es posible, pero va a ser muy difícil, porque, teniendo,
salvo el PP, esa característica en común, son demasiadas, si no las
diferencias, sí las barreras que unos y otros han levantado entre sí.
Lamentable, porque no parecen darse cuenta de que, tanto como el
"pasteleo" que, sin duda, hubo entre PSOE y PP a lo largo de tantos
años, los ciudadanos odian la imposibilidad de alcanzar un acuerdo ahora que es
posible. Qué no se les olvide, porque no se lo perdonarían. Espero que Sánchez
se deje la piel en el intento y que, tanto Iglesias como Rivera, opten por la
generosidad frente a la tentación de sacar ventaja en unas hipotéticas nuevas
elecciones.
Qué tengan presente, especialmente los partidos "de
orden" lo ocurrido en Grecia, donde el fracaso de unos y otros a la hora
de formar gobierno llevó al triunfo de Syriza, la izquierda
"radical", refrendado dos veces en las urnas. Y es que, cuando la
realidad es dura y tenaz, y la española lo es y mucho, de poco o nada sirve
maquillarla en las televisiones o en los periódicos. Basta con ver la cara de
quienes llevan años buscando trabajo y no lo encuentran cuando les preguntan sobre
la recuperación o sobre la creación de empleo que tanto cacarea el gobierno,
ahora en funciones.
Ha llegado la hora de pensar en el país. Y el país es mucho
más que las casas del pueblo, los círculos o los hoteles en los que se suele
reunir Rivera con sus seguidores. El país va mucho más allá de lo que escriben
o comentan las plumas y las voces "amigas" en los periódicos, los
blogs, las televisiones o las radios. El país, con sus virtudes y defectos, con
sus problemas y sus ilusiones, se merece que lo intenten, se merece que lo
saquen de este profundo barranco en el que el PP nos ha metido. Lo que la gente
desea es que unos y otros, cuantos más mejor, pensando en todos, no sólo en los
privilegiados, se pongan a trabajar de una vez para eso que llaman el bien
común y que tan a menudo olvidan. Así que ¡manos a la obra!
1 comentario:
No va a ser tan sencillo que le dejen...ni en su propio partido!
Saludos
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