Ayer jueves, Esperanza Aguirre esperaba embolsarse los cinco
euros que, contra diez de los suyos, había apostado con una colaboradora a que
la delegada de Cultura del Ayuntamiento, Celia Mayer, presentaría su dimisión.
Nos enteramos porque, como acostumbra, la presidenta del PP anunció la apuesta
como si de un señuelo se tratara para que, entretenidos por el chascarrillo y
pendientes del resultado del envite, no prestásemos la atención que merecería
su comparecencia de hoy ante la Comisión de Investigación de la Corrupción que
en la Asamblea de Madrid investiga los gobiernos de la Comunidad que, durante
más de una década, encabezó con los ojos puestos en La Moncloa.
Sin embargo, en lugar de los cinco euros esperados, lo que
recibió ayer la condesa fue la visita de la Guardia Civil a la sede de su
partido a la búsqueda de pruebas suficientemente indiciadas de que el PP de
Madrid, que aún preside, se financiaba ilegalmente.
Resulta que los "guardias" venían al despacho del
ex gerente del partido, Beltrán Gutiérrez, uno de los imputados por el uso de
las tarjetas "black" de CajaMadrid, asilado en la primera planta de
la sede, la que controla, por expreso deseo de Aguirre. Se ve que la Guardia
Civil y el juez Velasco no han querido dar ni un minuto a los ultra formateadores
y machacadores de discos duros del partido para que borrasen la información
contenida en los ordenadores usados por Beltrán Gutiérrez, fuese de quien fuese
la propiedad de los mismos, toda una lección de eficacia para el juez que
permitió con su falta de diligencia que el PP destruyese varios discos duros
con importantes pruebas del caso que lleva el nombre del ex tesorero Luis
Bárcenas.
El juez Velasco llegó a la primera planta de Génova 13
tirando del hilo de un cuaderno en el que, con las correspondientes claves, el
que fuera mano derecha de la condesa, Francisco Granados, recogía los
movimientos de la trama de corrupción investigadla en Operación Púnica, una
trama que saqueo las arcas de varios ayuntamientos de la Comunidad de Madrid y
que, ahora con ese registro en la sede del partido, propiciado por la
colaboración del "arrepentido" Marjaliza, agudiza, si no confirma,
las sospechas de que el partido de Esperanza Aguirre se ha financiado con
las mordidas y comisiones cobradas a contratistas y constructores.
Precisamente y también ayer uno de esos constructores,
Javier López Madrid, miembro del consejo de administración de OHL, la
constructora de su suegro Juan Miguel Villar Mir, un tecnócrata metido en
política, de la que salió para convertirse en constructor y desde su
conglomerado d empresas en asiduo donante del Partido Popular, como, al
parecer, queda registrado en el cuaderno de Granados traducido por Marjaliza para
el juez.
Yo que doña Esperanza estaría preocupado, que es como parece
estar a juzgar por "el careto" que luce últimamente, poco o nada
resignada a hacer la oposición a Manuela Carmena, a la que parece odiar tanto
como Rajoy odiaba a Zapatero. Lo cierto es que los jueces apuntan cada vez
tiran más cerca de ella, porque Beltrán Gutiérrez era algo más que su escudero
fiel, porque su papel en el partido, más allá de llevar, y como las llevaba,
las cuentas del partido, se había convertido en el consejero áulico de la
condesa a la que acompañaba cada vez que tenía que comparecer ante los jueces o
la prensa por alguno de sus "marrones".
De modo que al igual que Rita Barberá, la todopoderosa,
cínica y descarada ex alcaldesa de Valencia, tanto como lo es ella, se vea
condenada, si no a vivir tras las rejas de una prisión, sí tras los visillos al
que ha llevado el ostracismo de sus compañeros a doña Rita.
1 comentario:
De mal en peor...
Saludos
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