Qué lejos, la foto de aquel debate electoral, de la triste,
y preocupante, realidad en que nos movemos. Ayer, a Albert Rivera y Pedro
Sánchez, por ese orden les faltó tiempo para anunciar un acuerdo que, lejos de
facilitar la investidura del socialista, parecen alejarla, porque algunos
socios, más que sumar, restan a quien los presenta a sus amigos y militantes.
Rivera presentó como las condiciones irrenunciables que
había exigido a Pedro Sánchez, una batería de cinco reformas de la
Constitución, de las que cuatro ya estaban asumidas por el PSOE. incluso en su
propio programa electoral, y la cuarta, la supresión de las diputaciones tal y
como las conocemos. parece difícil de asumir por algunos barones socialistas,
Andalucía ya ha puesto el grito en el cielo, porque les privaría de una
importante parcela de poder y un no menos importante "nicho de
empleo" para sus militantes.
Además, por si fuera poca la oposición interna al acuerdo,
aparentemente impuesto por Rivera y tan rápidamente aceptado por Sánchez, hay
que sumarle la oposición frontal del PP y la del partido de, Pablo Iglesias,
pese a que, por su parte, Iglesias lo ha hecho saber con la boca pequeña,
puesto que no se ha levantado de la mesa a cuatro en la que el PSOE
negocia con las fuerzas a su izquierda.
¿Qué está pasando entonces? ¿Qué pretenden PSOE y Ciudadanos
con este anuncio tan insustancial que deja fuera de lo acordado asuntos tan
cruciales como la redefinición del Estado o toda la política social? ¿No será
que están "vistiendo el muñeco" para un acuerdo de salida que pueda
crecer por la izquierda o por la derecha?
Apenas hay tiempo ya para algo tan crucial para el
reforzamiento del pacto y parece como si Rivera, al esconder sus garras, estuviese
facilitando el acuerdo con la izquierda y/o algunos nacionalistas para alcanzar
uno de esos gobiernos de mayoría de geometría variable que busque sus apoyos a
uno y otro lado de la Cámara, cómo y cuándo convenga. Un gobierno que apenas
serviría para "ir tirando", si es que, finalmente, Pedro Sánchez
consigue ser investido.
La investidura ya tiene día y hora, polémicos, por cierto,
porque da ventaja al candidato para hacerse, sin réplicas, con los periódicos y
los telediarios del día, pero el acuerdo o los acuerdos, si es que llega alguno
más han de someterse a referéndum ante la militancia socialista que, sin apenas
tiempo para la reflexión, va a ser llamado a consulta este fin de semana y, si
Sánchez fracasa, nos encaminamos sin remedio a unas nuevas elecciones a
celebrar el 26 de junio.
A estas alturas y después de ver que está pasando todo lo
que, durante tantas semanas, unos y otros negaban que fuese a pasar, uno tiene
el derecho de plantearse si no le estarán engañando, si todo esto no es más que
una farsa en la que se niega en público lo que por debajo de la mesa se hace. Aun
así, mantengo mis esperanzas en la militancia del PSOE que, contra viento y
marea, venciendo la pereza del fin de semana tendrá que estudiar y dar su
"sí" o su "no" a la propuesta que finalmente formalice su
secretario general con el refrendo de la ejecutiva.
Va a ser difícil hacerlo y el resultado va a dejar al
descubierto el alma del socialismo de base, porque ahora no tendrán que decidir
entre una cara más o menos simpática o, en todo caso, con más opción de ser
votada que otra. Ahora tendrán que decidir con quién y con qué acuerdos quieren
que pacte su partido. No van a poder corregir esos acuerdos, no van a poder
modularlos, sólo podrán aceptarlos o rechazarlos y, esa, será mucha
responsabilidad, Pero, como digo, la consulta nos va a brindar la gran
oportunidad de conocer la posición del partido, que es o debería ser como son
sus militantes, respecto a esa línea que separa a la derecha de la izquierda.
A lo mejor, a la vista de los resultados, tienen que cambiar
las cosas y se acaba esta cansina farsa del "así es, si así os
parece".
1 comentario:
No se puede decir mas claro....
Saludos
Publicar un comentario