Si os digo la verdad, anoche me fui a la cama preocupado.
Cometí la imprudencia -sufro las secuelas de una vieja enfermedad profesional-
de echar una última mirada a la prensa en la red antes de irme a la cama y fue
en ese acto irresponsable peligroso -a veces no sólo no ayuda a conciliar
el sueño sino que lo espanta- leí lo que había dicho la vicepresidenta Sáenz de
Santamaría sobre la formación Podemos, a la que acusó ayer de poner en peligro
la democracia española. Fue tan honda la impresión que me causaron las
opiniones de tan grande estadista que al instante y en Facebook ya me desfogué
en la misma red.
Pese a todo, creo que lo dicho por la fiel colaboradora de
Rajoy, en el "marco incomparable" de la "escuela de verano"
de su partido -algún día alguien tendrá que explicarme qué sentido tienen en
plena era de la telemática estos "campamentos" de la OJE que
organizan los partidos- arroja mucha luz sobre las causas de lo que está
ocurriendo con nuestro país y con nuestra democracia, y que, sin embargo, no han merecido la
atención que a mi juicio, reclaman.
Me explico: Cómo es posible que toda la vicepresidenta acuse
De ser un peligro para la democracia a una formación legal que no sólo
concurre legalmente a unas elecciones, sino que, además, consigue más de un
millón doscientos mil votos, de ser un peligro para la democracia. Cómo es
posible que lo diga desde la dirección de un partido que tiene a muchos de sus
cargos, alcaldes y diputados regionales implicados en asuntos de corrupción, un
partido en el que más de uno y más de dos alcaldes han aparecido a menudo
enredados con la más violenta ultraderecha. Cómo es posible que acuse a Podemos
de populismo, que les acuse de decir lo que la gente quiere oír, quien dice los
disparates que dice, a veces en actos del partido, otras veces en las ruedas de
prensa del Consejo de Ministros o en sede parlamentaria. Como es posible que lo
diga la escudera del candidato que en las pasadas generales prometió el oro y
el moro y acusó a su rival de todo lo imaginable, para, luego, incumplir de
arriba a abajo su programa y cometer las mismas o, incluso, más descarnadas
tropelías que él.
Me fui a la cama preocupado porque, como digo, qué débil
debe ser nuestra democracia para que quienes participan en ella y de ella
puedan ponerla en peligro. Creo más bien que lo que le ocurre a la
vicepresidenta es que confunde los partidos, concretamente el suyo, con la
democracia y que, queda claro, al ver en peligro esa maldita mayoría absoluta
que en el congreso, muchos parlamentos autonómicos y muchos ayuntamientos les
ha permitido hacer y deshacer a su antojo, con el único límite de la ley que,
si llega, llega tarde, tejiendo una tupida red de intereses en la que nos han
atrapado a los ciudadanos y que de ninguna manera quieren soltar.
Sí, señora vicepresidenta, reconózcalo. De poner algo en peligro,
no ya Podemos, sino el despertar de la ciudadanía, eso es su timba
inmoral en la que llevan años timándonos a costa de nuestros dineros y nuestros
derechos. Y si es así, bienvenido sea el ímpetu de Podemos y bendito sea el
miedo y el desconcierto que provoca en todos ustedes, porque ese miedo es
nuestra fuerza.
Y, por cierto, muchas gracias por su sentido del humor,
aunque haya sido sin caer en la cuenta de lo que decía, porque que haya sido precisamente
usted la que haya recomendado a sus compañeros no "acochinarse" tiene
su mérito, un mérito involuntario, pero mérito. Y, la verdad, algo acochinados sí que están.
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1 comentario:
Miedo. Algunos tienen tanto tanto miedo al cambio que acaban siendo esclavos de sus terrores.
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