viernes, 11 de julio de 2014

ACOCHINADOS



Si os digo la verdad, anoche me fui a la cama preocupado. Cometí la imprudencia -sufro las secuelas de una vieja enfermedad profesional- de echar una última mirada a la prensa en la red antes de irme a la cama y fue en ese acto irresponsable  peligroso -a veces no sólo no ayuda a conciliar el sueño sino que lo espanta- leí lo que había dicho la vicepresidenta Sáenz de Santamaría sobre la formación Podemos, a la que acusó ayer de poner en peligro la democracia española. Fue tan honda la impresión que me causaron las opiniones de tan grande estadista que al instante y en Facebook ya me desfogué en la misma red.
Pese a todo, creo que lo dicho por la fiel colaboradora de Rajoy, en el "marco incomparable" de la "escuela de verano" de su partido -algún día alguien tendrá que explicarme qué sentido tienen en plena era de la telemática estos "campamentos" de la OJE que organizan los partidos- arroja mucha luz sobre las causas de lo que está ocurriendo con nuestro país y con nuestra democracia,  y que, sin embargo, no han merecido la atención que a mi juicio, reclaman.
Me explico: Cómo es posible que toda la vicepresidenta acuse De ser un peligro para la democracia  a una formación legal que no sólo concurre legalmente a unas elecciones, sino que, además, consigue más de un millón doscientos mil votos, de ser un peligro para la democracia. Cómo es posible que lo diga desde la dirección de un partido que tiene a muchos de sus cargos, alcaldes y diputados regionales implicados en asuntos de corrupción, un partido en el que más de uno y más de dos alcaldes han aparecido a menudo enredados con la más violenta ultraderecha. Cómo es posible que acuse a Podemos de populismo, que les acuse de decir lo que la gente quiere oír, quien dice los disparates que dice, a veces en actos del partido, otras veces en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros o en sede parlamentaria. Como es posible que lo diga la escudera del candidato que en las pasadas generales prometió el oro y el moro y acusó a su rival de todo lo imaginable, para, luego, incumplir de arriba a abajo su programa y cometer las mismas o, incluso, más descarnadas tropelías que él.
Me fui a la cama preocupado porque, como digo, qué débil debe ser nuestra democracia para que quienes participan en ella y de ella puedan ponerla en peligro. Creo más bien que lo que le ocurre a la vicepresidenta es que confunde los partidos, concretamente el suyo, con la democracia y que, queda claro, al ver en peligro esa maldita mayoría absoluta que en el congreso, muchos parlamentos autonómicos y muchos ayuntamientos les ha permitido hacer y deshacer a su antojo, con el único límite de la ley que, si llega, llega tarde, tejiendo una tupida red de intereses en la que nos han atrapado a los ciudadanos y que de ninguna manera quieren soltar.
Sí, señora vicepresidenta, reconózcalo. De poner algo en peligro, no ya  Podemos, sino el despertar de la ciudadanía, eso es su timba inmoral en la que llevan años timándonos a costa de nuestros dineros y nuestros derechos. Y si es así, bienvenido sea el ímpetu de Podemos y bendito sea el miedo y el desconcierto que provoca en todos ustedes, porque ese miedo es nuestra fuerza.

Y, por cierto, muchas gracias por su sentido del humor, aunque haya sido sin caer en la cuenta de lo que decía, porque que haya sido precisamente usted la que haya recomendado a sus compañeros no "acochinarse" tiene su mérito, un mérito involuntario, pero mérito. Y, la verdad, algo acochinados sí que están.


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1 comentario:

Carlos dijo...

Miedo. Algunos tienen tanto tanto miedo al cambio que acaban siendo esclavos de sus terrores.