Desde que tengo uso de razón vengo escuchando una sentencia,
muy machista por cierto, que asegura que la mujer del cesar -del césar no dice
nada, de ahí su machismo- no sólo de be ser honrada, sino, además, parecerlo.
Está claro que pese a ser madrileña como yo, Lucía Figar, la consejera de
Educación del gobierno de Madrid, la que más lloró la primera fuga de Esperanza
Aguirre, la que hizo sin prisas y con cámaras del gobierno cuando se olió la
tostada del fracaso en Eurovegas, Lucia Figar, no parece haber oído nunca el
dicho, porque acaba de adjudicarse, para escolarizar a su hija pequeña, un
cheque guardería de mil cien euros.
Adjudicar, adjudicarse, mil cien euros, ella que con su
marido ingresa al año más de ciento veinticinco mil euros, para que matricular
a su niña en una guardería de élite, mientras en Madrid se han suprimido las
becas de comedor, es están cerrando centros y son muchísimas las familias que
necesitan, quizá más que ella, escuelas infantiles para cuidar de sus hijos
mientras trabaja la pareja, no es sólo una afrenta, y más si es ella quien
preside la consejería que diseñó el cheque y los adjudica, sin que es un
verdadero insulto para los que, si quieren trabajar para comer y pagar las
deudas, deben andar repartiendo bebés por las casas de los abuelos, los amigos
o los vecinos.
Lo que más escuece no es el descaro con que l consejera y su
marido, el neoliberal Carlos Aragonés, director que fuera del gabinete de Aznar
en La Moncloa, ni siquiera que resulte evidente que, para ellos, mil cien euros
al año son el chocolate del loro. Lo que me cabrea y cabrea a la gente a la que
le queda una pizca de sentido de la justicia es que no es sólo una torpeza de
gobernante déspota, lo más cabreante es que lo que acaba de saberse es el
paradigma de lo que no es sino una manera de entender la vida y el uso que debe
hacerse de los recursos públicos, una visión neoliberal del mundo que entiende
que son iguales el bebé de una mujer que lleva comida a casa limpiando oficinas
y el hijo de la consejera y el diputado.
Diréis que, en efecto, son iguales, pero nada más lejos de
la realidad, porque deberían ser iguales, pero en absoluto lo son. Y la
tragedia es que la política educativa que viene haciendo los populares en el
gobierno de la Comunidad de Madrid es esa:: desviar los fondos que deberían
estar destinados a la escuela pública a los centros privados que siempre acaban
por discriminar a sus alumnos para reconducirlos a las "reservas" de
los colegios para pobres, mal dotados, a duras penas gestionados por profesores
cada vez peor pagados, cada vez más agobiados, con lo cual "la
clientela", los niños, acaban matriculados en colegios concertados que,
también con fondos públicos, van alejando la enseñanza del sueño de ser
obligatoria, sí, gratuita, también, pero en absoluto de calidad, porque, si lo
es, lo es por el esfuerzo del profesorado, en absoluto porque esa sea la
intención del gobierno.
Madrid está cerrando institutos de barrios obreros, barrios
que, salvo excepciones, también votan para su y nuestra desgracia, al PP. Los
está transformando, los quiere transformar en centros para la Formación
Profesional, como queriendo reafirmar la teoría de Rajoy de "la estirpe
buena", para que, ya desde la cuna, quede claro en que van acabar unos y
en qué van a acabar otros. Lo hacen estos neocon y han contribuido a hacerlo,
no sé si por razones ideológicas, porque ya dudo de todo, o por razones económicas,
también los socialistas que, durante años, han ido abriendo las puertas
por las que, luego, los populares han entrado a caballo.
Creo que, en el fondo, las cosas son así. Pero aunque no lo
fuesen, el mero hecho de dar la razón a esa oras sentencia que reza que
"el que parte y reparte se queda con la mejor parte" ya es lo
suficientemente escandaloso como para que la consejera renuncie a tan
escandaloso abuso.
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