jueves, 1 de marzo de 2018

MITAD POR MITAD


Estamos otra vez en las mismas, estamos de nuevo ante una situación, cercana al surrealismo, en la que demasiados protagonistas están por romper la baraja antes de permitir que jueguen todos. Hoy, en unas horas, se reúne el pleno del Parlament de Catalunya en el que quizá sea el momento más crítico para el futuro de esa tierra que durante años y en muchos aspectos ha sido la vanguardia de este país del que ahora una parte importante pero no mayoritaria de sus habitantes reniega.
No sé qué ha ocurrido para que quienes tendrían la obligación de encontrar soluciones, salidas, a este callejón sin salida en el que se, nos, han encerrado. No sé qué ha sucedido para que gran parte de los catalanes, nunca la mayoría, prefieran permanecer paralizados en una realidad paralela, en una tercera dimensión imposible de materializar, que, ni en el mejor de los casos, la ajustada mayoría de escaños con que cuentan está legitimada para poner en marcha.
Confieso que, en este asunto, hace tiempo que me he perdido. Estoy por darle la razón a Isabel Coixet cuando dijo que a los catalanes "les habían puesto algo en el agua". No encuentro otra explicación a lo que estoy viendo, a esa resurrección de otro Tarradellas mucho más chusco y mucho más egoísta que el que mantuvo viva la llama y la legitimidad de la Generalitat en el exilio, éste sí, frente a una dictadura sangrienta, como lo fue la de Franco.
No entiendo que el futuro de Cataluña se ponga en manos de un personaje que, como Puigdemont, es incapaz de asumir las acciones que lleva a cabo. Menos aún que los partidos que consiguieron el segundo y tercer puesto en las elecciones aceptadas por todo el arco político catalán, tras Ciudadanos, se pongan en manos de un partido en recesión, la CUP, que, con sólo dos escaños, pretende pilotar de nuevo el buque que estrelló en septiembre contra las rocas de la legalidad.
Junts per Catalunya, no conozco otro partido, quizá Podemos, que haya cambiado tanto de nombre en tan poco tiempo, y Esquerra, parecen haber dicho no finalmente a la CUP que de nuevo pretendía estrellar el procés, imponiendo otra vez la imposible Declaración Unilateral de Independencia que tan nefastas consecuencias les trajo hace cuatro meses.
La ficción en la que viven JxCat. Esquerra y, como molesto invitado, la CUP contempla entre otras coas la creación de un órgano, al margen de las urnas, compuesto entre otros por diputados y alcaldes, una asamblea de nombre rimbombante, una especie de mini parlamento a la medida del fugado Puigdemont, con sede en el llamado "Espacio Libre de Bruselas". Del mismo modo que al cesado president se le reservaría la potestad de nombra y cesar consellers. Todo un delirio difícil de digerir si no es con el agua envenenada de la que hablaba Coixet.
Habrá que ver en que acaba este pleno en el que, como los niños que hacen "trastadas" para poner a prueba la paciencia de los mayores, ERC, JxCat y la CUP hacen equilibrios sobre el alambre de la legalidad, con el peligro de hacer saltar todo por los aires y llevar otra vez a los catalanes a unas elecciones de incierto resultado.
Vaya lío, vaya merdé, que se dice en Cataluña, todo porque hay quien se empeña, retorciendo sus propias leyes, las de su propio parlamento, y pasándose por el Arco del Triunfo la Constitución. Un lío que tiene su origen en que los catalanes se dividen mitad por mitad entre quienes pretenden la independencia a toda costa y quienes no, en tanto que los independentistas se dividen a su vez y también en casi mitad por mitad en partidarios de Esquerra y del partido de Puigdemont, lo que conduce al maldito tira y afloja en el que estamos, un problema de difícil solución, en el que, aunque a ERC y Puigdemont les pese, las leyes y la Constitución son la única garantía para quienes por unos votos, por unas décimas, no tienen el timón que tienen quieres les quieren imponer  el trágala de una independencia a destiempo.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Muy interesante ...

Saludos
Mark de Zabaleta