jueves, 26 de noviembre de 2015

MENUDO PAÍS



Menudo país éste en que nos ha tocado vivir. Menudo país y menudo presidente, aunque que no sea otro que Rajoy quien lo presida no es casualidad, porque fuimos los españoles los que le dimos nuestros votos o, en todo caso, quienes no hicimos lo bastante como para que no obtuviese la maldita mayoría desde la que lleva cuatro años gobernándonos.
Menudo país éste en que el líder de la oposición, que no sabe qué gobierno aprobó la primera ley de divorcio de la guerra civil, que se supone que se presenta por un partido de izquierdas se va a "jugar" a las cocinitas con un pijo repijo, sin ninguna conciencia ni sentido de la realidad, y a relajarse en los salones de su casa, mientras muchos de quienes, si las cosas fuesen como deben ser, le darían su voto se iban a la cama sin cenar y sin calefacción, pero, eso sí, después de ver lo bien que vive Bertín y lo bien que se lleva con su invitado.
Mientras, Mariano Rajoy que, como Pedro Sánchez, no estará presente en el paripé de la firma de ese pacto antiyihadista que ambos se inventaron, empleaba parte de su precioso tiempo y acomodaba su agenda para pasar dos horas en la radio comentando la jornada de Champions, como si todo lo demás pudiese esperar.
No sé qué pensará Hollande, en pleno ataque de ardor guerrero, si se entera de que su aliado estuvo más pendiente, al menos durante esas dos horas, de los goles de "su" Real Madrid que de su llamada a la colaboración en el despliegue militar iniciado por Francia, a la que, según el Tratado de Lisboa, firmado por España, estaría obligado.
Les critico,  a ambos, y no tendría por qué, porque, en el fondo, lo que buscan no es la coherencia ni la claridad en sus mensajes. Lo que buscan es "caer simpáticos", meterse en casa de los ciudadanos, posibles votantes, cuando andan con la guardia baja e incapaces de defenderse de la campechanía de tan simpáticos candidatos que hacen el gazpacho "como mamá" o son del equipo de sus amores. Lo saben bien, Como también saben bien que vale más cantar un gol con ganas o reír un chiste que dar una opinión que podría volverse contra ellos.
Rajoy está tratando de compensar el silencio de estos últimos años, la distancia que puso entre su cargo y la prensa, con un acercamiento amable a los medios, sin riesgos, aunque, en su caso, abrir la boca es arriesgarse a meter la pata, para saturar las retinas y los oídos de los ciudadanos con su no siempre deseable presencia. Y lo hace, supongo que perfectamente asesorado, allá donde no haya preguntas demasiado comprometidas o periodistas solventes, como Carlos Alsina, capaces de ponerles en evidencia, practicando la casi olvidada costumbre de repreguntar o no callar ante las barbaridades, las diga quien las diga.
Quizá por eso prefiere soportar -el dontancredismo es lo suyo- estoicamente las críticas por su no participación en el debate a cuatro organizado por A3 Media, enviando a él a la primera figura del ballet de La Moncloa, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, y reservarse para un cara a cara con Pedro Sánchez, tan inconsistente como él mismo, con lo que los ciudadanos nos veremos privados, más allá de cualquier foto protocolaria, de ver y escuchar a Rajoy, o al mismo Sánchez, frente a los "nuevos", Pablo Iglesias y Albert Rivera.
Menudo país el que nos ha tocado vivir y menudos representantes, los que tenemos. Ojalá esta vez los ciudadanos sepan discernir, entre tanto mensaje envuelto en celofán y papel perfumado cuáles son las verdaderas intenciones de los candidatos y a quién y qué representan en realidad. Porque, si no, menudo país nos espera los próximos cuatro años.


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