A estas horas, raro será el español que no haya visto,
pixelado o no, a "Marianito" Rajoy recibiendo sendas collejas de
su padre como premio a su desparpajo al criticar a mi viejo amigo Manolo Lama
por sus comentarios en el videojuego FIFA, del que, al parecer, es hábil
jugador. Mi sorpresa, al ver las imágenes del momento, repetidas hasta la
saciedad en todas las televisiones, fue mayúscula, porque no podía creer que un
niño de diez años, supongo que escolarizado, estuviese fuera de su casa a esas
horas de la noche y, naturalmente, por la ejemplar lección de pedagogía que nos
brindó el presidente del Gobierno, propinando, no una, sino dos expertas
collejas a su tan redicho primogénito.
Pasada la sorpresa y dejando aparte el castigo físico que,
por más en broma que fuese, castigo fue y tan automático que denota la soltura
de la costumbre, mi cabreo fue en aumento al caer en la cuenta de la
utilización que se hacía de "Marianito" en el afán de humanizar la
imagen de su padre, tan poco querido y valorado por los españoles tras estos
cuatro años de gestión.
No me gustó ver a ese niño expuesto ante las cámaras,
participando en un programa de radio, dentro del alambicado aparato preelectoral
con que quienes asesoran al líder y candidato del PP pretenden recuperar en
apenas dos meses la penosa imagen con que sale de la legislatura. No me gustó,
porque, aunque valiese la excusa de que Marianito quería ir a la radio para
conocer a los propietarios de las voces que tanto deben sonar en su casa a la
hora de los partidos, el presidente y sus asesores nunca debieron permitir que
fuese expuesto a los micrófonos y cámaras.
La presencia de ese niño en lo que no de ja de ser un acto
de precampaña me recuerda demasiado a aquel "Alonsito" Aznar
jugueteando entre las piernas de sus padres en los actos de su padre. No es
bueno que los niños se mezclen en asuntos de adultos y mucho me temo que, a
partir de la noche del miércoles, Marianito Rajoy se convertirá en objetivo de
paparazzi, si no en algo peor. El mundo de los niños debe ser sólo eso, de los
niños y, sacarlos de él, no puede ser bueno.
Está claro que hay gente dispuesta a hurgar en la vida
privada de los famosos y los políticos también lo son y no parece lo más
adecuado facilitarles la tarea. En eso, el matrimonio Zapatero, también los
González, hizo muy bien en preservar la vida privada de sus hijos. Y sólo por
una imprudencia del personal de la Casa Blanca circuló la fotografía que sus
hijas quisieron tomarse con el matrimonio Obama.
Recuerdo ahora otra pareja que siempre hizo gala de su prole
y que supongo ahora arrepentido de ello. No es otro que el matrimonio Pujol
Ferrusola cuyas fotos de familia, todos juntos en torno a un sofá, porque esa
foto familiar se ha convertido en la base de los distintos croquis con que la
policía y la prensa tratan de seguir el entramado corrupto de la que fue la
familia más poderosa de Cataluña.
Rajoy hizo mal en inventarse o dejar que le inventaran aquel
cuento de la lechera de aquella niña, la famosa
"niña de Rajoy", que sería feliz en los mundos de Yupi que
pintaba frente a Zapatero, porque si llegase a comparar aquellas promesas
electorales con la terrible realidad en que ha crecido junto a sus padres
difícilmente se reconocerá en ellas. Pero si mala fue aquella impudicia de candidato,
peor fue la de la noche del miércoles, porque "Marianito" es de carne
y hueso y merece ser tratado como lo que es, un niño.
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
Muy bien dicho...
Publicar un comentario