viernes, 27 de noviembre de 2015

EL NIÑO DE RAJOY



A estas horas, raro será el español que no haya visto, pixelado o no, a "Marianito" Rajoy recibiendo sendas collejas de su padre como premio a su desparpajo al criticar a mi viejo amigo Manolo Lama por sus comentarios en el videojuego FIFA, del que, al parecer, es hábil jugador. Mi sorpresa, al ver las imágenes del momento, repetidas hasta la saciedad en todas las televisiones, fue mayúscula, porque no podía creer que un niño de diez años, supongo que escolarizado, estuviese fuera de su casa a esas horas de la noche y, naturalmente, por la ejemplar lección de pedagogía que nos brindó el presidente del Gobierno, propinando, no una, sino dos expertas collejas a su tan redicho primogénito.
Pasada la sorpresa y dejando aparte el castigo físico que, por más en broma que fuese, castigo fue y tan automático que denota la soltura de la costumbre, mi cabreo fue en aumento al caer en la cuenta de la utilización que se hacía de "Marianito" en el afán de humanizar la imagen de su padre, tan poco querido y valorado por los españoles tras estos cuatro años de gestión.
No me gustó ver a ese niño expuesto ante las cámaras, participando en un programa de radio, dentro del alambicado aparato preelectoral con que quienes asesoran al líder y candidato del PP pretenden recuperar en apenas dos meses la penosa imagen con que sale de la legislatura. No me gustó, porque, aunque valiese la excusa de que Marianito quería ir a la radio para conocer a los propietarios de las voces que tanto deben sonar en su casa a la hora de los partidos, el presidente y sus asesores nunca debieron permitir que fuese expuesto a los micrófonos y cámaras.
La presencia de ese niño en lo que no de ja de ser un acto de precampaña me recuerda demasiado a aquel "Alonsito" Aznar jugueteando entre las piernas de sus padres en los actos de su padre. No es bueno que los niños se mezclen en asuntos de adultos y mucho me temo que, a partir de la noche del miércoles, Marianito Rajoy se convertirá en objetivo de paparazzi, si no en algo peor. El mundo de los niños debe ser sólo eso, de los niños y, sacarlos de él, no puede ser bueno.
Está claro que hay gente dispuesta a hurgar en la vida privada de los famosos y los políticos también lo son y no parece lo más adecuado facilitarles la tarea. En eso, el matrimonio Zapatero, también los González, hizo muy bien en preservar la vida privada de sus hijos. Y sólo por una imprudencia del personal de la Casa Blanca circuló la fotografía que sus hijas quisieron tomarse con el matrimonio Obama.
Recuerdo ahora otra pareja que siempre hizo gala de su prole y que supongo ahora arrepentido de ello. No es otro que el matrimonio Pujol Ferrusola cuyas fotos de familia, todos juntos en torno a un sofá, porque esa foto familiar se ha convertido en la base de los distintos croquis con que la policía y la prensa tratan de seguir el entramado corrupto de la que fue la familia más poderosa de Cataluña.
Rajoy hizo mal en inventarse o dejar que le inventaran aquel cuento de la lechera de aquella niña, la famosa "niña de Rajoy", que sería feliz en los mundos de Yupi que pintaba frente a Zapatero, porque si llegase a comparar aquellas promesas electorales con la terrible realidad en que ha crecido junto a sus padres difícilmente se reconocerá en ellas. Pero si mala fue aquella impudicia de candidato, peor fue la de la noche del miércoles, porque "Marianito" es de carne y hueso y merece ser tratado como lo que es, un niño.


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