miércoles, 4 de noviembre de 2015

CUERVOS EN EL VATICANO

Tienen los hombres de iglesia un arte especial para el lenguaje poético. Así, por ejemplo, llaman cuervo a lo que los mortales llamamos topo, especialmente los que hemos leído o visto en el cine historias de espionaje. Y quizá tengan razón porque el cuervo se eleva en pos de sus presas, mientras que el topo, cegato, las busca entre la tierra húmeda de huertos y jardines. Al hacerlo, demuestran una cierta soberbia, porque, incluso a  sus enemigos, los colocan por encima de muestras cabezas.
Qué sobresalto, enterarse de que la policía vaticana, yo desconocía que la hubiese, había detenido a in sacerdote español por filtrar documentos secretos. Hasta ese momento, pensaba que el papa sólo contaba con una guardia de "buenos mozos", antiguamente de origen suizo, de vistosos uniformes, más para "numeritos" folclóricos y para "hacer bonito" en las ceremonias que para tareas policiales.
Ahora sé que no. Y que, en el Vaticano, como en los viejos tiempos, sigue habiendo calabozo, no mazmorras, como antes, pero sí celdas, ocupadas hasta ahora por religiosos implicados en delitos de carácter sexual.
En este caso no. En este caso, el detenido, tildado de cuervo en la nota del Vaticano que daba cuenta de su detención es un sacerdote español, del Opus Dei, recomendado por Rouco Varela, que llegó a ecónomo de Astorga, diócesis a la que "pringó" en la estafa de AFINSA y que, pese a todo, fue elegido para formar parte de la comisión nombrada por el papa Francisco para sentar las bases de la reforma de la curia y después de haber colaborado en la auditoría de las cuentas de la curia, avalado, curiosamente, por el cardenal Rouco, rival del papa, con el que colaboró en la organización de las Jornadas de la Juventud Católica que se celebraron, a mayor gloria de Benedicto XVI, en medio del boato y todo tipo de dispendios para los participantes, en un Madrid acuciado ya por el fantasma de la crisis.
Al margen de antecedentes y filias, lo cierto es que, de confirmarse, la deslealtad de Lucio Ángel Vallejo, que así se llama el cura, consistiría en haber puesto en manos de dos periodistas, autores de sendos libros a punto de ver la luz, documentación secreta sobre las finanzas vaticanas y algunas grabaciones del papa Francisco a propósito de ellas, algo tan habitual en el mundo real que produce sonrojo conocer sus consecuencias en la monarquía más absoluta y antigua de Occidente.
Dicen que, gracias a esas filtraciones, en los libros a punto de aparecer, se cuenta como el dinero obtenido de la caridad de los fieles, las limosnas, acaba en cuentas fuera del Vaticano o invertido en empresas ajenas a la iglesia y que  sólo una ínfima parte del producto de la caridad de los fieles va  aparar a su verdadero fin, ya que la mayor parte se destina al uso y disfrute de la curia, por ejemplo a la compra de lujosos apartamentos en Roma. 
Eso es algo que todos sospechábamos, pero que no habíamos podremos  ver negro sobre blanco, como ahora, pese a que hace ya tiempo que sabíamos de lo oscuro de las finanzas vaticanas, especialmente desde que, en 1982, Roberto Calvi, el banquero de dios, apareciese colgado de un puente de Roma, en lo que todo el mundo consideró un asesinato maquillado. Lo que no acabo de entender es a quién beneficia este segundo "Vaticano leaks" El primero, recordemos, que revelaba la existencia, de una "mafia rosa" en la curia, le estalló a Benedicto XVI en las manos y hay quien ve en él el origen de su renuncia al papado.
No sé a quién beneficia, porque lo que se revelaría en los documentos filtrados, es, precisamente, todo aquello contra lo que estaría luchando Francisco. Sin embargo, Vallejo sería un hombre de su rival Rouco, infiltrado entre sus colaboradores y salvo que muestren en las grabaciones una imagen del todo distinta a la que tenemos del papa, las revelaciones actuarían a su favor.
Pero ya se sabe la costumbre que tiene dios de escribir en renglones torcidos. Quizá el escándalo creado sólo pretenda crear expectación sobre el contenido de las filtraciones y ayudar al actual papa en su lucha contra la corrupción y el lujo desmedido que, al parecer, aquejan al Vaticano. Lo cierto es que el cuervo, como le llaman las autoridades vaticanas en su nota, llevaba en su pico el barro y la basura que se esconde entre los tesoros de la iglesia.


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

En todas partes cuecen habas....

Saludos