Miserables, imbéciles o ambas cosas a la vez. No me cabe
duda de que el presidente Rajoy y muchos de sus candidatos son así o, lo que
casi es peor, buscan entre sus votantes a los miserables e imbéciles capaces de
creer a pies juntillas sus mentiras a pesar de que lo que le están diciendo sus
sentidos sea todo lo contrario. No me cabe ninguna duda,
Cómo, si no, puede el presidente del gobierno de un país con
el veintitrés por ciento de su población dispuesta a trabajar está en el paro
y una gran parte de ellos además, sin subsidio, cómo, cuando
hay millones de hogares en los que no entra un sueldo, puede decir, me
pregunto, que ya nadie habla del paro o de la recesión. Sólo un miserable o un
imbécil, me respondo.
Más miserable y más imbécil, cuando esa misma mañana su
ministro de Exteriores, el inefable García Margallo, había utilizado esa misma
mañana el argumento del 23% de parados, para rechazar la cuota de refugiados
procedentes de las costas del norte de África que la Unión Europea nos había
asignado. Miserable e imbécil, por pensar que eso que les contaba a sus fieles
en Pamplona no iba a ir más allá del mitin en que lo dijo ni iba a alimentar
chistes, chanzas o, simplemente, la furia de los parados, los padres o los
hijos de los parados y tantos y tantos pequeños empresarios, muchos de ellos propietarios
de pequeños talleres o comerciantes, indignados por tal falta de sensibilidad
hacia sus vidas al borde ya de la desesperación.
También hay que ser, más que imbécil, miserable y muy
miserable para hacer lo que hizo Esperanza Aguirre anoche: encerrarse en un
plató de televisión, elegido por la condesa, en Telemadrid, claro, con Manuela
Carmena y tratar de imponerse a ella usando como basura contra ella las decisiones
que tomó como jueza y acusándola poco menos que de favorecer al terrorismo,
cuando desde su juzgado no hizo otra cosa que imponer e respeto a los derechos
humanos, teniendo en cuenta, quizás, que el objetivo de la ley debería ser
acabar con los delitos y no ensañarse con los delincuentes.
Lo hizo durante la mayor parte del debate, devolviendo a la
polémica un asunto, el del terrorismo de ETA o de los GRAPO que afortunadamente
hace ya años que dejó de ser un problema, pero que el PP echa de menos, porque,
con él, agitando sus fantasmas, han ganado demasiadas elecciones, porque, con
él, han mantenido distraídos a los madrileños y los valencianos envueltos en
banderas y páginas de periódicos, ciegos al saqueo que estaban haciendo de sus
impuestos, para llenar sus bolsillos y engrasar la maquinaria de ese fondo
buitre en que convirtieron al Partido Popular.
Pero la miserable se quedó con las ganas, porque sus malas
artes, sus mentiras, su furia y todas sus bajezas se estrellaron con la
dignidad y la firmeza de su adversaria que serena y de bazos cruzados la dejó
con su mano de condesa tendida, cuando, después de gastar toda su munición sin
decir una sola palabra sobre Madrid, la candidata Aguirre, tratando sólo de
llenar de la basura de que se alimenta, trató de saludarla, buscando una foto
que no obtuvo, no sin antes haber sido acusada, serenamente, eso sí, de carecer
de cualquier rigor intelectual y de no creerse lo que estaba diciendo.
Con buenas palabras, yo no hubiese sido capaz de tanto comedimiento, la dejó como la imbécil y miserable que es, la que habla para los imbéciles, miserables o ambas cosas a la vez, que los hay, entre los que ella y su partido buscan, ahora deseperadaente, el voto.
Con buenas palabras, yo no hubiese sido capaz de tanto comedimiento, la dejó como la imbécil y miserable que es, la que habla para los imbéciles, miserables o ambas cosas a la vez, que los hay, entre los que ella y su partido buscan, ahora deseperadaente, el voto.
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1 comentario:
Desesperadamente...y sin mucha "esperanza" !
Saludos
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