miércoles, 20 de mayo de 2015

MISERABLES O IMBÉCILES

                                          


Miserables, imbéciles o ambas cosas a la vez. No me cabe duda de que el presidente Rajoy y muchos de sus candidatos son así o, lo que casi es peor, buscan entre sus votantes a los miserables e imbéciles capaces de creer a pies juntillas sus mentiras a pesar de que lo que le están diciendo sus sentidos sea todo lo contrario. No me cabe ninguna duda,
Cómo, si no, puede el presidente del gobierno de un país con el veintitrés por ciento de su población dispuesta a trabajar está en el paro y una gran parte de ellos  además, sin subsidio, cómo, cuando hay millones de hogares en los que no entra un sueldo, puede decir, me pregunto, que ya nadie habla del paro o de la recesión. Sólo un miserable o un imbécil, me respondo.
Más miserable y más imbécil, cuando esa misma mañana su ministro de Exteriores, el inefable García Margallo, había utilizado esa misma mañana el argumento del 23% de parados, para rechazar la cuota de refugiados procedentes de las costas del norte de África que la Unión Europea nos había asignado. Miserable e imbécil, por pensar que eso que les contaba a sus fieles en Pamplona no iba a ir más allá del mitin en que lo dijo ni iba a alimentar chistes, chanzas o, simplemente, la furia de los parados, los padres o los hijos de los parados y tantos y tantos pequeños empresarios, muchos de ellos propietarios de pequeños talleres o comerciantes, indignados por tal falta de sensibilidad hacia sus vidas al borde ya de la desesperación.
También hay que ser, más que imbécil, miserable y muy miserable para hacer lo que hizo Esperanza Aguirre anoche: encerrarse en un plató de televisión, elegido por la condesa, en Telemadrid, claro, con Manuela Carmena y tratar de imponerse a ella usando como basura contra ella las decisiones que tomó como jueza y acusándola poco menos que de favorecer al terrorismo, cuando desde su juzgado no hizo otra cosa que imponer e respeto a los derechos humanos, teniendo en cuenta, quizás, que el objetivo de la ley debería ser acabar con los delitos y no ensañarse con los delincuentes.
Lo hizo durante la mayor parte del debate, devolviendo a la polémica un asunto, el del terrorismo de ETA o de los GRAPO que afortunadamente hace ya años que dejó de ser un problema, pero que el PP echa de menos, porque, con él, agitando sus fantasmas, han ganado demasiadas elecciones, porque, con él, han mantenido distraídos a los madrileños y los valencianos envueltos en banderas y páginas de periódicos, ciegos al saqueo que estaban haciendo de sus impuestos, para llenar sus bolsillos y engrasar la maquinaria de ese fondo buitre en que convirtieron al Partido Popular.
Pero la miserable se quedó con las ganas, porque sus malas artes, sus mentiras, su furia y todas  sus bajezas se estrellaron con la dignidad y la firmeza de su adversaria que serena y de bazos cruzados la dejó con su mano de condesa tendida, cuando, después de gastar toda su munición sin decir una sola palabra sobre Madrid, la candidata Aguirre, tratando sólo de llenar de la basura de que se alimenta, trató de saludarla, buscando una foto que no obtuvo, no sin antes haber sido acusada, serenamente, eso sí, de carecer de cualquier rigor intelectual y de no creerse lo que estaba diciendo.
Con buenas palabras, yo no hubiese sido capaz de tanto comedimiento, la dejó como la imbécil y miserable que es, la que habla para los imbéciles, miserables o ambas cosas a la vez, que los hay, entre los que ella y su partido buscan, ahora deseperadaente, el voto.


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Desesperadamente...y sin mucha "esperanza" !

Saludos