Correcto. Juego de manos, juego de villanos. Los madrileños
lo sabemos cada vez más, pero, al parecer, no todos. Por eso, Esperanza
Aguirre, mentirosa compulsiva, ha vuelto a sacar su mugrienta baraja de
prestidigitador para desviar, para intentarlo al menos, la atención de su
responsabilidad en el nombramiento de todos y cada uno de los cargos públicos
de su partido implicados en la tramas de corrupción descubiertas hasta ahora,
se llamen Gürtel o Púnica. Y la ha sacado para tratar de hacernos creer que
varias decenas de esos cargos la engañaron, porque llevaban relojes discretos y
porque no cambiaban habitualmente de reloj, de coche o de vivienda.
Mentiras de patas cortas, como ese primer y burdo intento de
hacernos creer, en aquella infame rueda de prensa, que pedía perdón, sin
mostrar el más mínimo arrepentimiento, ni mostrar el menor asomo de intención
de asumir responsabilidades. Más bien al contrario, lo que más le preocupaba
era poner distancia a toda prisa con quienes hasta antes de ayer, como quien
dice, habían sido sus más directos colaboradores.
Por eso, cuando las redes se llenaron de sus fotos en
"malas" compañías, cuando sus mentiras se iban desmoronando una a
una, cuando comenzaban a circular chistes y comentarios sobre los talentos que
ha cazado quien presume de dedicarse profesionalmente a ello -algún día
sabremos quién y por qué le paga por un trabajo del que nadie sabe nada- la
condesa se disfraza de Risto Mejide y nos organiza su propia Operación Triunfo
con confesionario a la vista de todos para seleccionar a quienes ocuparán las
alcaldías huérfanas de los pillados con las manos en la masa púnica. Y todo
ello, ante la prensa y las cámaras para lucirlo en los magazines de tarde de
las televisiones.
Vano intento, a mi modo de ver, éste de someter a un tercer
grado de mentirijillas a quien, no hay que olvidarlo, iba en la lista del
alcalde encarcelado y, de algún modo, consintió en sus tejemanejes. Y es que,
como dirían Trancas y Barrancas en una conocida campaña publicitaria,
"No cuela", porque está claro que lo que pretende quien lo ha sido
todo y aún hoy lo es en el PP madrileño es, como diría un castizo,
"metérnosla doblada". Vano intento frente a una sociedad de gatos escaldados
que ya no nos conformamos con ponernos a resguardo del agua fría, sino que
sacamos las uñas a la más mínima gota.
Esto en cuanto a la madre del invento. Hablemos ahora del
sonrojo que produce conocer a quien tuvo el dudoso honor de inaugurar la pasarela
de candidatos. La buena señora, con uniforme completo de "pepita",
con ese inverosímil tinte de pelo incluido, contestó como pudo a preguntas
idiotas, más de merienda de amigas ante una taza de té que con datos
contrastados en su mérito o demérito, hasta el punto de que la propia
candidata se vio obligada a aclarar que cómo iba a hacer otra cosa que hablar
bien de sí misma, porque, dijo, sino iba a quedar como "un perro
judío". Maldito subconsciente que aflora siempre cuando parece que ya todo
ha acabado y deja ver resabios de cristiano viejo.
Y, por si fuese poco ese torpe lazo final que remató la
pantomima de ayer, desde que vi y escuché los resúmenes que de ella se han dado
en radio y televisión, tampoco tiene desperdicio otra afirmación de la mujer de
rojo: "corromperse o no es una opción personal". Para qué leyes, para
que la ética, digo yo, existiendo como existe el libre albedrío que todo lo
justifica.
En fin, a lo que vamos, lo de ayer no fue más que un nuevo
trile, un nuevo juego de manos de quien lleva décadas engañando a la mayoría de
los madrileños, aunque espero que esta vez los trucos de la condesa ya no
engañen a nadie.
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