jueves, 13 de noviembre de 2014

JUEGO DE MANOS...



Correcto. Juego de manos, juego de villanos. Los madrileños lo sabemos cada vez más, pero, al parecer, no todos. Por eso, Esperanza Aguirre, mentirosa compulsiva, ha vuelto a sacar su mugrienta baraja de prestidigitador para desviar, para intentarlo al menos, la atención de su responsabilidad en el nombramiento de todos y cada uno de los cargos públicos de su partido implicados en la tramas de corrupción descubiertas hasta ahora, se llamen Gürtel o Púnica. Y la ha sacado para tratar de hacernos creer que varias decenas de esos cargos la engañaron, porque llevaban relojes discretos y porque no cambiaban habitualmente de reloj, de coche o de vivienda.
Mentiras de patas cortas, como ese primer y burdo intento de hacernos creer, en aquella infame rueda de prensa, que pedía perdón, sin mostrar el más mínimo arrepentimiento, ni mostrar el menor asomo de intención de asumir responsabilidades. Más bien al contrario, lo que más le preocupaba era poner distancia a toda prisa con quienes hasta antes de ayer, como quien dice, habían sido sus más directos colaboradores.
Por eso, cuando las redes se llenaron de sus fotos en "malas" compañías, cuando sus mentiras se iban desmoronando una a una, cuando comenzaban a circular chistes y comentarios sobre los talentos que ha cazado quien presume de dedicarse profesionalmente a ello -algún día sabremos quién y por qué le paga por un trabajo del que nadie sabe nada- la condesa se disfraza de Risto Mejide y nos organiza su propia Operación Triunfo con confesionario a la vista de todos para seleccionar a quienes ocuparán las alcaldías huérfanas de los pillados con las manos en la masa púnica. Y todo ello, ante la prensa y las cámaras para lucirlo en los magazines de tarde de las televisiones.
Vano intento, a mi modo de ver, éste de someter a un tercer grado de mentirijillas a quien, no hay que olvidarlo, iba en la lista del alcalde encarcelado y, de algún modo, consintió en sus tejemanejes. Y es que,  como dirían Trancas y Barrancas en una conocida campaña publicitaria, "No cuela", porque está claro que lo que pretende quien lo ha sido todo y aún hoy lo es en el PP madrileño es, como diría un castizo, "metérnosla doblada". Vano intento frente a una sociedad de gatos escaldados que ya no nos conformamos con ponernos a resguardo del agua fría, sino que sacamos las uñas a la más mínima gota.
Esto en cuanto a la madre del invento. Hablemos ahora del sonrojo que produce conocer a quien tuvo el dudoso honor de inaugurar la pasarela de candidatos. La buena señora, con uniforme completo de "pepita", con ese inverosímil tinte de pelo incluido, contestó como pudo a preguntas idiotas, más de merienda de amigas ante una taza de té que con datos contrastados  en su mérito o demérito, hasta el punto de que la propia candidata se vio obligada a aclarar que cómo iba a hacer otra cosa que hablar bien de sí misma, porque, dijo, sino iba a quedar como "un perro judío". Maldito subconsciente que aflora siempre cuando parece que ya todo ha acabado y deja ver resabios de cristiano viejo.
Y, por si fuese poco ese torpe lazo final que remató la pantomima de ayer, desde que vi y escuché los resúmenes que de ella se han dado en radio y televisión, tampoco tiene desperdicio otra afirmación de la mujer de rojo: "corromperse o no es una opción personal". Para qué leyes, para que la ética, digo yo, existiendo como existe el libre albedrío que todo lo justifica.
En fin, a lo que vamos, lo de ayer no fue más que un nuevo trile, un nuevo juego de manos de quien lleva décadas engañando a la mayoría de los madrileños, aunque espero que esta vez los trucos de la condesa ya no engañen a nadie.


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