lunes, 11 de junio de 2012

POR EL PITO DEL SERENO


Por el pito del sereno, por eso nos ha tomado Rajoy. Esa es la consideración que le merecen los ciudadanos de un país que las está pasando putas -dejemos los eufemismos para el presidente y sus ministros- pese a ser quienes responsabilidad tienen de la terrible crisis en que estamos sumidos.
Las imágenes de Rajoy en el palco del estadio de Gdansk, ayer tarde, son lamentables. Constituyen la prueba más clara de que los españoles le importamos un carajo
¿Cómo se puede manifestar esa euforia después de haber tenido que agachar las orejas para pedir a Europa todo lo que juró y perjuró que no necesitábamos y nunca iba a pedir? ¿Cómo se puede tener siquiera estómago suficiente para hacer el viaje, dejando en España lo que dejaba? y, sobre todo ¿cómo se puede mentir de forma tan descarada a los españoles y al mundo? Creo que una ojeada a la prensa internacional, la que no comen en la mano del Gobierno, basta para deducir la respuesta: siendo un perfecto irresponsable.
Porque qué otra cosa puede ser quien, como un mal estudiante, se empeña en esconder los suspensos en casa, sabiendo que, al final, todo acabará sabiéndose. A la vista de las últimas comparecencias de Rajoy he llegado a la conclusión de que la actitud del presidente ante la opinión pública ha cambiado, pasando de las ambigüedades y los silencios a las mentiras descaradas. No sé qué nivel de verdad hay en la vida de Rajoy, pero debe ser muy poco, cuando es capaz de conciliar el sueño después de disfrazar la verdad de modo tan descarado y de faltarnos al respeto con sus frivolidades a quienes lo están pasando tan mal.
La estrategia de Rajoy y su gobierno está clara, demasiado clara. En primer lugar se trata de no asumir ninguna responsabilidad por los errores, que han sido muchos, cometidos no sólo en el gobierno, sino también en los años de oposición, porque, no hay que olvidarlo, las declaraciones de Montoro o el mismo Rajoy en los últimos meses de la gestión de Zapatero contribuyeron a sembrar desconfianza en nuestra economía, disparando la prima de riesgo a unos niveles que entonces nos parecían dramáticos y que hoy añoramos.
Pusieron, además, todo su empeño en responsabilizar al ciudadano de a pie del estallido de la burbuja inmobiliaria. Y todo porque, de esa manera, era más fácil hacerle pagar los platos rotos en la fiesta. Y bien que la están pagando, viendo cómo se rebajan sus salarios, como se recortan sus derechos y cómo se deterioran la sanidad, la enseñanza y los servicios sociales, más necesarios hoy que nunca, en el mejor de los casos, porque son demasiados los que han perdido el trabajo, los ahorros y la casa.
Una vez criminalizado de este modo el ciudadano, resultó más fácil despojarle de la mayor parte de sus derechos y garantías laborales con una reforma que, no sólo no ha atajado el paro, sino que ha supuesto "barra libre" para que los empresarios se deshiciesen de sus trabajadores más caros, sustituyéndolos por otros menos cualificados y más precarios, pero más baratos.
Tampoco se abordó la que a todas luces era la reforma más urgente, la del podrido sistema financiero español que se dejó para el final, cuando ya estaba todo perdido. Y la reforma se hizo impúdicamente y apostando a adivinar el tamaño del agujero, lo que ha llevado que quienes, engañados, confiaron sus ahorros a la salida a bolsa de su caja de ahorros de toda la vida ya han perdido a estas horas la mitad de ellos.
Y digo yo: si todo el tiempo y el esfuerzo malgastados en esa estrategia que sólo ha beneficiado a unos pocos -algunos empresarios, pero no todos, y los especuladores sin alma de siempre- se hubiesen destinado a buscar el necesario consenso entre las fuerzas sociales y políticas para acordar sacrificios, sí, pero simétricos, probablemente hoy estaríamos en otra situación muy distinta y mereceríamos respeto en Europa y no el pitorreo que, gracias a nuestro presidente, hacen de nosotros cada día.
Si alguna responsabilidad tienen los ciudadanos en lo que está pasando, es la de haber entregado el país encadenado de pies y manos a un irresponsable como Rajoy para, después, tirar la llave del candado al mar.
No nos merecemos lo que nos está pasando. Es como una pesadilla y lo peor es que no podremos despertarnos hasta dentro de cuatro años y, eso, si una parte importante de la sociedad recupera el juicio. De momento, ya digo: nos está tomando por el pito del sereno.



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1 comentario:

Marisa dijo...

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/06/07/galicia/1339097383_593845.html

Leyendo este artículo se puede hacer uno composición de lugar.

Un saludo.