¡Pan y circo! Esa parece hoy la fórmula, si no para salir
del agujero en el que estamos, sí para olvidarnos de él. Lo sabe muy bien el
presidente Houdini, ese escapista que nos hemos dado los españoles, en realidad
nos lo dieron todos los que le creyeron, aunque hoy se hayan arrepentido de
haberlo hecho, y quienes, llenos de buena voluntad, negaron su voto a la
alternativa inmediata. Lo sabe muy bien el mago Rajoy, poco dado a dejarse ver
cuando llueven piedras y encantado de mostrarse en los palcos de los estadios
celebrando el vistoso humo de los éxitos deportivos, pese a que ese humo no dé
de comer, no pague hipotecas ni cree puestos de trabajo.
Lo sabe muy bien Rajoy, pese a que le encanta envolverse en
él, y lo sabe muy bien Vicente Del Bosque, ese entrenador que el cursi de
Florentino Pérez echó del Real Madrid por falta de glamour, olvidando y
pretendiendo que olvidemos que lo que se perdigue en el deporte es competir y
ganar. Lo sabe muy bien Del Bosque que, enseguida, se desmarcó de aquella
invocación rajoyniana para que los seleccionados del fútbol dieran a este país
las alegrías que él es incapaz de proporcionarnos. Lo sabe muy bien y por eso
contestó sabiamente al presidente diciendo que “Ganar la Eurocopa no soluciona
los problemas de España".
Sin embargo, basta con encender una radio, una tele o abrir
un periódico para comprobar el poco caso que hacen al sabio entrenador
salmantino. A veces el entusiasmo, interesado, por supuesto, lleva a algunas
multinacionales a vender su refresco envuelto en fanfarrias de gloria y la autoestima
que parece faltarnos en momentos de desfallecimiento, reforzando la idea de que
somos listos, eficaces y solidarios, frente a la etiqueta de "pigs"
que nos han colgado en Europa.
Las de Rajoy y Del Bosque son dos personalidades
enfrentadas. Son como el agua y el aceite que se repelen. Del Bosque es trabajo y sabiduría, unido a ese difícil arte
de dar confianza a quienes están por debajo, exigiéndoles con serenidad nada
que esté más lejos de lo que él mismo está dispuesto a exigirse a sí mismo. Del
Bosque es lo más alejado que conozco del triunfalismo y, curiosamente, es el
responsable del mayor triunfo conseguido nunca por el fútbol español. Rajoy,
por el contrario, es la fanfarronería personalizada, la falta de método, la
ausencia de rumbo, la improvisación y el desprecio más absoluto hacia los
ciudadanos a quienes se debe y en quienes únicamente debería estar pensando las
pocas veces que actúa.
Por extraño que parezca -es ironía, claro- nos jugamos más
en la cumbre europea que arranca hoy de lo que se jugó la selección española
anoche en Donetsk o de lo que se jugará el domingo en Kiev. Sin embargo, si nos
dejamos llevar por la ola adormecedora del "panem et circenses",
podemos llegar a pensar que, con ganar de nuevo la Eurocopa, volveremos a ser
aquellos felices ciudadanos de hace sólo dos años.
Cuánto darían los españoles, al menos yo, porque su
presidente fuese de la misma madera y tan decente como lo es Vicente Del Bosque
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1 comentario:
Vicente Del Bosque es la deportividad hecha carne, muy querido y recordado en su tierra, un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Rajoy es el esperpento.
Un saludo.
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