Aún recuerdo aquellos tiempos, los de mi infancia, en los
que, los domingos a primera hora de la tarde, la Glorieta de Embajadores se
poblaba de camionetas, en realidad autocares desvencijados y supongo que
piratas, junto a los que un "propio" voceaba sin parar "al
partido, al partido", hasta que, repletas, emprendían viaje hasta el
estadio Bernabéu que entonces aún se llamaba Nuevo Chamartín.
En aquellos tiempos de penurias. Eran tiempos en los que comíamos
pollo sólo los domingos y ni lo comíamos todos ni todos los domingos, tiempos
en los que una gaseosa era una fiesta y no digamos "una de pipas".
Pero había fútbol, una presencia omnipresente y polivalente que lo mismo servía
para esconder o aliviar los problemas reales que para suplir la libertad, consintiendo,
aunque dentro de un orden, que fuésemos del Madrid o del Atleti, ya que no
podíamos ser abiertamente socialistas o comunistas.
En todos estos años, España ha cambiado mucho. En especial
Madrid que, por hacerse cosmopolita y "friendly" ha perdido mucho de
su casticismo y la ternura que producía esa manera exagerada y un tanto
bocazas, pero siempre con ingenio, de creerse el ombligo del mundo. Hoy el
fútbol se juega a unas horas extrañísimas, y se ve por la tele, aunque sea de
pago. Hoy el pollo está en todos los menús, casi como lo estaban antes las
patatas y los chavales que hacían fiestas por una gaseosa ni se inmutan ante un
"aquarius" o un "nestea". Hoy, aquel rincón de la glorieta
donde paraban las camionetas se ha convertido en la base de las
"kundas", esa especie de taxis, sucios y siniestros, que llevan y
traen a los supermercados de la droga a los pobres heroinómanos, hijos, probablemente,
de aquellos tipos de bocadillo en el bolsillo de la gabardina que esperaban
toda la semana para escapar la sobremesa del domingo al paraíso del fútbol.
Sería fácil y reconfortante que esta España de las células
madre y los coches alemanes ha dejado atrás a la del ambulatorio con
escupideras, los motocarros y aquellas "rubias" con carrocería de
madera. Pero va a ser que no, porque seguimos enganchados al cebo del fútbol y,
si gana nuestro equipo o gana "la roja", somos capaces de olvidarnos
de hipotecas, rescates, inflaciones y recortes. Somos así de estúpidos, somos
así de simples. Somos tan simples como para haber elegido como piloto de un
barco a la deriva a otro simple y nos sólo simple, cobarde además, que confiesa
sin rubor que lee la prensa deportiva y, por como lo dijo, parece que quiso
decir que sólo lee esa prensa. Un simple que después de lo de ayer, después de
haber tenido que pedir el rescate para la apolillada banca española, algo que
juró y perjuró que nunca iba a suceder, se esconde en su agujero y le deja el papelón
al pijoministro de Economía, cuya palabra, aunque jure por Snoopy, tiene el
mismo valor que tienen hoy las acciones de Bankia.
Rajoy, el cobarde de Rajoy, el irresponsable de Rajoy, el
mentiroso de Rajoy ha escogido para asomar fuera de su madriguera el palco del
estadio de Gdanks, durante el partido de debut de la selección española en la
Eurocopa. Patético. Sólo espero que la cadena que retransmita el partido para
España abra una ventanita en la pantalla para que podamos seguir minuto a
minuto los gestos del presidente guadiana y así poder conocer el nivel de
preocupación del más cobarde de cuantos estadistas han puesto su culo en el
despacho del presidente.
1 comentario:
Ahí lo tenemos, a Rajoy, dando conferencia de prensa y no he podido aguantar hasta el final. Ni una sola verdad en todo su discurso. Nos vende que el rescate es el colofón final a un sesudo plan ideado desde diciembre, premio por haber “hecho los deberes”: empobrecer a los españoles, destruir empleo, crear unas condiciones de trabajo a todas luces inseguras, haber minado el derecho laboral, condenar la educación de nuestros hijos, demoler nuestra seguridad social y transformar un deuda privada en una deuda PÚBLICA que avalaremos, nosotros con nuestros bienes presentes y futuros y nuestros hijos varias generaciones. Negra semilla germina hoy, pero juega España y nuestro presidente verá el partido desde su palco-madriguera con su particular vuvuzela bajo el brazo, que no pocos pensamos que podría llevarlo en el […] aunque no sea de Ourense ni venga de Lugo*.
Un saludo.
*Maruxiña-Follim.
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