EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR
El emperador de este cuento no es el rey. El emperador que no sabe que está desnudo, porque nadie tiene el valor de decírle que lo está, es el emperador metafórico que encarna ese c0863onglomerado tan complejo y tan nocivo que forman los estamentos del poder y todos sus imprescindibles y no siempre confesables aliados.
Sin embargo, ayer, como el niño del cuento de Andersen, ha sido el Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, quien, ante el vergonzoso disimulo del resto de los subditos, ha gritado "pero si va desnudo", rompiendo el silencio de quienes por miedo o por interés callaban ante el nuevo traje y extraño del emperador.
Chamizo, polémico y efectista, nadie lo pone en cuestión, no ha dudado en decirles a los diputados el ante los que presentaba ayer el informe corresponidente a 2011 de la institución que, ahora en funciones, preside. Ni corto ni perezoso, el defensoir les ha espetado a la cara que los ciudadanos están hasta el gorro de ellos, pidiéndoles hacer un ejercicio de buena voluntad y avanzar para resolverlos problemas del personal, pues la vida se nos va a veces en la pelea, y la gente está muy enfadada, hasta el gorro de todos ustedes".
¿Quién no lo ha pensado alguna vez? ¿Quién no tiene claro que demasiado a menudo trabajan en torpedear las soluciones que los otros proponen o, sencillamente, bloqueando la solución de los problemas, enredados en discutir misarables cuotas de poder? Los diputados de cualquier parlamento, los concejales de tosos los ayuntamientos, los ministros, piensan que el acta, al cargo, les viste de oropel, cuando, en realidad, están dewsnudos.
Hacen falta muchos que, como Chamizoy por las razones que sea,se atrevan a cantarle las cuarenta al poder. Comenzando por la prensa, que no debería cejar en la crítica y el control, pero que, por desgracia, usa una tinta cada vez más transparente. Exactamente del mismo color que el traje nuevo del emperador.
Hace demasiado tiempo que nadie les dice a nuestros políticos, sean del color que sean, que están desnudos, que han cambiado el traje en que depositamos nuestras esperanzas por una desnudez soberbia e insultantes que, desde hace ya tiempo, nos está haciendo daño, mucho daño.
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