Lo
de esta buena señora -es una forma de hablar- empieza a ser tan cansino como
evidente, porque repite el modelo una y otra vez. Por ejemplo, cuansdo hace
declaraciones más o menos escabrosas o lanza esas ideas peregrinas que, ella lo
sabe mejor que nadie, no son sino brindis al sol que no tienen más recorrido
que el de generar polémica en alguna tertulia "amiga" generando el
ruido buscado del escándalo que provocan.
No
sé si si un extranjero o un madrileño poco avispado hubieran llegado a la misma
conclusión que yo, y tanta gente como yo, hemos llegado, una conclusión que no
es otrá que la de que la presidenta madrileña utiliza estas andanadas, a veces
para esconder las corruptelas, los problemas contables y de todo tipo de la
Comunidad de Madrid y otras veces para reclamar la atención sobre su figura,
especialmente, qué casualidad, en ausencia del evanescente presidente Rajoy.
Ayer
el objetivo de sus andanadas fue el Tribunal Constitucional, del que la señora
Aguirre dijo que debería desaparecer por estar integrado por políticos que se
llaman magistrados, y lo hizo después de calificar de vergonzosa, con su
habitual "desparpajo, chulería diría yo, la sentencia que ha dado luz
verde a la legalización de Sortu.
Curiosamente,
será quizá porque el TC a ella no le sirve para nada y el Senado sí, esta
señora no se plantea cerrar un sacacuartos inútil como la cámara alta, quizá
porque lo presidió en tiempos de Aznar, no. Ella quiere que desaparezca el
Tribunal Constitucional diluyéndose en el Supremo, el mismo que hasta ayer
presidía el modélico Carlos Dívar.
Y
hace bien la señora Aguirre en pretender cargarse el TC. Hace bien, y lo sabe,
porque el Constitucional, con sus magistrados, no de carrera, pero salidos de
prestigiosos rincones del Derecho, con su prestigioso presidente, Pascual Sala,
a la cabeza, actúa como esos topes que hay al final de las vías muertas del
ferrocarril, para detener las injusticias que sobre los raíles de papel
amarillento de las leyes no lo son, pero que resultan injustas y dejan
desemparados a los ciudadanos.
Cuando
Aguirre dice lo que dice no cabe duda de que está pensando en cada una de las
veces en que el más alto tribunal ha tumbado los abusos de poder de su partido
y en las posibilidades de que alguna de sus arbitrarias decisiones acabe por
los suelos, pese a haber tendio la bendición del Supremo.
De
lo que Esperanza Aguirre no parece querer enterarse es de que en ocasiones, a
veces demasiadas, las leyes son legales, cómo podría no serlo una ley, pero son
injustas y de que el TC está, entre otras cosas, para que las leyes se sometan
a la Constitución y su espíritu. Y yo que he tratado con muchos jueces y le
leído muchas sentencias, creo que es bueno sacar esas sentencias de los armarios
de los juzgados para que les dé el aire de la realidad ciudadana.
Señora
Aguirre: en muchas ocasionesn es el caracter político de las decisiones del
Constitucional lo que, precisamente, se espera de él. Quizá usted no lo sepa,
Señora Aguirre, porque usted, por su alta cuna, nunca ha sido una verdadera
ciudadana de a pie. Pero el Tribunal Constitucional está ahí, y espero que siga
estando muchos años, para, con luces y sombras, defendernos de personajes como
usted, que olvidan a cada minuto que están en el cargo, no únicamente para
ejercer el poder, sino para servir a los ciudadanos, incluso a los que ni la
adulan ni la temen.
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1 comentario:
plas, plas, plas, plas, plas!!!
Un abrazo.
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