Daba gloria, que diría mi abuela, de ver a ese medio millar
largo de dirigentes y cargos del Partido Popular, encerrados en un local que
tenía más de garaje o local de uso común de una comunidad de vecinos, pagado,
por cierto y según el juez Ruz, con dinero escamoteado a todos los españoles.
Daba gloria ver en primera fila esas piernas de señora bien, perfectamente
cruzadas al cincuenta por ciento, para la seducción y el recato,
enfundadas en carísimas medias, entre esos centenares de notables convocados
para una especie de misa u homilía en la que, como en las iglesias no cabe la
réplica al oficiante que, tras su "ite missa est", dio por cerrada la
ceremonia sin conceder a los presentes ni el tiempo de persignarse.
Daba gloria verlos como internos de un estricto colegio
religioso, callados y obedientes, los más revoltosos delante, para tenerlos bajo control, y todos deseosos,
al menos aparentemente, de encontrar un
punto, una pausa o cualquier interrupción más o menos dramática en las palabras
del oficiante, para romper en aplausos o en vivas a la virgen, mientras, sin
duda, por las últimas filas, los codazos y cuchicheos, eso sí, discretos, se
multiplicaban. Daba gloria verlos, como en misa de doce, esperando la hora del
vermú o la comida entre amigos, para soltarse las lenguas, con cuidado siempre
de quien podía escuchar, sea el cabo de la guardia civil, el alguacil o
periodistas curiosos, deseosos de pillarles en cualquiera de esos enredos tan
poco del agrado del convocante.
Sólo uno de los llamados a Madrid tuvo el valor o el descaro
de confesar públicamente, al tiempo que adelantaba el resultado del encuentro,
que no iba a hacerse presente en la calla Génova y a pedir que "la
doctrina" se la hiciesen llegar por correo, porque ya no está “en edad de
ir de palmero". Lo dijo el alcalde de Valladolid, habitualmente
boquirroto, y no sabemos con qué intención lo dijo, aunque no cuesta nada
pensar que, dado que, en líneas generales, adelantó la intención y el contenido
de lo que Rajoy diría a los suyos y que, pese al AVE, se hace cuesta arriba eso
de "ir a Madrid", prefirió no moverse del despacho. Lo que quizá no
fue capaz de calcular, o sí, fue el alcance de sus palabras, que entraron en
casi todos los telediarios y que tampoco sabemos cómo sentaron al cantaor, dado
el muy escaso sentido del humor de Rajoy, especialmente si es él el
protagonista del chiste y su ya conocido rencor, de proporciones casi bíblicas.
Por lo demás, ningún cambio, ninguna crítica, ninguna toma
de posición ni, mucho menos, gesto de rebeldía alguno, ni siquiera de la pérfida
Aguirre, en momentos en que, y lo entendió bien Rajoy, los maquillado e
incompletos "buenos" datos económicos y la también falsa unidad
interna son lo único que el Partido Popular puede poner en su escaparate de
cara a las próximas elecciones. Por eso Rajoy, en lugar de presentarse ante los
suyos con cambios, en lugar de optar entre Cospedal y Arenas, se sentó entre
ellos y volvió a lo de siempre, apelando a sus treinta y dos años de militancia
en el PP, como un obispo puede aludir a sus años en la iglesia desde que piso
por primer vez el seminario, y por eso optó una vez más por esconder los
jarrones rotos, en la confianza de que se repararán ellos solos.
Y sobre todo, como cuando se alborotan, les dice una madre a
sus niños traviesos, pidió a los suyos que no enredasen, que no perdiesen el
tiempo en cosas que no interesan más que a veinticinco. Pues bien, a uno de
esos veinticinco, yo, le interesa, y mucho, saber qué es lo que pasa en ese
partido que brilla por fuera y se pudre por dentro. Quiero saber quién es el
que corta el bacalao y cuánto bacalao esperan cortar, porque tengo la impresión
de que, pese a todos los puestos de trabajo de a quinientos al mes, si llegan,
y a todas esas altas en la Seguridad Social que apenas duran unos días y que
jamás van a garantizar las pensiones, somos muchos más que veinticinco los que
queremos saber que está pasando en el PP y cómo van a afrontar el
empobrecimiento general de los españoles y las condenas que, sin duda y si es
que hay justicia, les caerán cuando se juzguen los mil y un casos
de corrupción que planean sobre ellos.
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1 comentario:
Un verdadero circo....
Saludos
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