A decir verdad, el título de esta entrada lo escribí la
misma noche en que Susana Díaz consiguió que su lista fuese la más votada en
las pasadas elecciones andaluzas. Lejos de lo que tengo por costumbre, esa
misma noche abrí una entrada en mi blog, busqué la foto que me pareció más
adecuada, esbocé el primer párrafo y escribí, en mayúsculas como siempre, el
título. A estas alturas, ya no recuerdo la foto y, vagamente, podría evocar las
primeras líneas de la entrada, pero, de lo que estoy seguro es de que el título
era este "Susanita tiene un marrón".
Debo confesar que me dejé llevar por los sesudos análisis,
ahora dudo que fuesen desinteresados, de quienes, conforme avanzaba el
escrutinio y tras remontar los socialistas sus decepcionantes primeros
resultados calificaron de triunfo el mantenimiento de esos 47 escaños con los
que, en 2012, Griñán no pudo gobernar en solitario, dejándose abrazar por
Izquierda Unida, a la que, apenas tres años más tarde, su sucesora, Susana
Díaz, puso las maletas en la puerta, dando fin a un periodo de gobierno durante
el cual, en Andalucía, los rigores de la crisis fueron menos para los de abajo.
Mi primera mirada sobre los resultados fue otra, porque era
evidente que, con esos cuarenta y siete escaños que no le dieron a Griñán el
gobierno en solitario en el 2012, tampoco podría gobernar ahora.
Pero, como digo, me dejé llevar por los ingenieros del
análisis político que pusieron en marcha su maquinaria y arrojaron su cálculo
de estructuras basado en la resistencia de algunos materiales que concluyeron
que el gobierno de Susana Díaz en solitario, si bien iba a ser inestable,
resultaba, de momento, habitable.
Esos analistas comenzaron a explicar que, si bien el resto
de partidos no le darían su apoyo pata la primera votación en la investidura,
en una segunda, bastaría con que se abstuviesen para devolver a la presidenta
las llaves del palacio de San Telmo. Ahora, la fecha de investidura se acerca y
la primera premisa se cumple, porque la señora Díaz no va a tener más que los
votos de su partido en la primera votación. Lo malo es que, de momento, tampoco
tiene compañero de baile para la segunda votación, porque, aunque sería
inimaginable el reencuentro, sólo con la abstención o los votos de Izquierda
Unida no podría gobernar, y tiene difícil cualquier otra combinación, porque el
maltrecho PP es su adversario natural y Podemos, ideológicamente más próximo,
al menos eso creo, o Ciudadanos, a menos de dos meses de las municipales y
autonómicas, no quieren salir en la foto permitiendo que uno de los partidos a
los que responsabilizan de la crisis y todas sus consecuencias formen gobierno
en Andalucía. De modo que, aunque Susana Díaz lo lograse, siempre tendría sobre
sí la hipoteca de que una moción de censura sería posible.
Por eso Susana Díaz, Susanita, tiene un marrón, porque
ambos, Podemos y Ciudadanos, le piden, le exigen, que sus antecesores en la presidencia,
José Antonio Griñán y Manuel Chaves, renuncien a sus escaños en el Parlamento y
a su aforamiento, dejando el paraguas del Supremo, para someterse a "los
caprichos" de la juez Alaya.
Curioso dilema éste en que se ve la presidenta en funciones,
porque, pese a toda la tinta que por una falsa apariencia de dignidad y honradez fingida por los partidos para perjudicar a los adversarios, nada ni nadie puede obligar a uno y otro a renunciar a los escaños y el
fuero, porque los derechos de sufragio y elección, sólo se pierden como
consecuencia de condenas y no todas, de modo que, ahora, el futuro de Susana
Díaz y, por añadidura, el del gobierno andaluz, están, no solo en manos de
Ciudadanos y Podemos, sino en las de Chaves y Griñán. Pero no sólo eso, porque,
entre las condiciones exigidas, por ejemplo, por Podemos está el cambio radical
que la formación del 15-M exige en la política de empleo, vivienda y ante
los desahucios a que se comprometa la presidenta. Y es una lástima que andemos
enredados en lo que decidan hacer o no hacer dos ciudadanos, por muy Chaves y
Griñán que sean, y no en la tragedia de los andaluces eternamente en paro o bajo
la amenaza potencial o real de un desahucio.
Como diría, Miguel Ángel Aguilar, veremos. De momento, lo
único claro es que aquellos resultados del 29 de marzo no son tan buenos como
quisieron hacernos creer y que, por más que lo disimule, Susanita tiene un
marrón.
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1 comentario:
Lo tiene complicado....
Saludos
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