Durante muchos años ha sido la base del milagro económico
español, la actividad económica que permitió a nuestro país alcanzar cifras
récord de ocupación y una prosperidad difícil de llevar sin excesos, más propia
de la descarada cigarra que de las sufridas hormigas. Ahora, más de una década
después, nadie quiere aparecer como el padre de aquel milagro, de aquel sueño
que ha acabado por convertirse en nuestra peor pesadilla.
Aquella ley del suelo, con la que Aznar prendió la mecha de
ese descomunal castillo de fuegos de artificio, acabó llevando la codicia y el
delirio a los ciudadanos de un país que, no sólo querían vivir en Europa, sino
que querían hacerlo como europeos. Con esa ley, cualquier terreno paso a ser
susceptible de ser urbanizado, cualquier huerto pasó de dar la cosecha de
naranjas que permitía hacer más llevadero el temido fin de mes a llenar de
millones el bolsillo del propietario con un dinero que parecía quemarle en las
manos.
Lo malo es que en el huerto en el que se plantan ladrillos y
cemento difícilmente vuelve a crecer nada y los apartamentos, como algunas
frutas, si no se cogen a tiempo, acaban pudriéndose en el árbol. Y, por
desgracia, eso es, exactamente, lo que ha pasado en España: la máquina
sobrecalentada que bombeaba el dinero para sostener lo que al final no ha
pasado de ser una farsa, ha acabado por griparse y la falta de liquidez de la
noche a la mañana ha provocado el pánico, primero, y la asfixia, después, de
todo el sistema, con la consiguiente parálisis de cualquier otra actividad,
ligada o no al mal llamado milagro español.
Lo peor de que un país como el nuestro haya pasado tantos
años, con uno y otro gobierno, a dieta de ladrillos es que esa dieta, como la
Dukan, aunque consiga determinados objetivos, como el cuasi pleno empleo, a la
larga acaba originando graves trastornos metabólicos que llevan al fracaso de
órganos vitales: los riñones, en el caso de la dieta Dukan, y la banca, en el
del atracón de ladrillos en que se basó la frágil prosperidad española.
Ahora que llega el rechinar de dientes, nadie quiere asumir
responsabilidades, y eso que casi todos la tienen. Los gobiernos de Aznar por
dar vida al monstruo, los de Zapatero por no acabar con él a su debido tiempo,
los ayuntamientos por pagar sus veleidades y lujos electoralistas con
recalificaciones de su suelo, los constructores por colocar su tabla en la
cresta de la ola tan ciegos de ambición que no fueron capaces de ver que habían
llegado a la playa, los banqueros porque no fueron capaces de prever que eso de
comprar dinero caro fuera para venderlo más car aquí no podía ser buen negocio
y los ciudadanos, ni todos ni con la misma responsabilidad, por dejarse
embaucar por todos los anteriores y dejándose arrastrar hacia el actual abismo.
Quizá el único consuelo que nos queda es el de que, puesto
que el mundo no deja de ser un organismo interdependiente, nuestro atracón de
ladrillos, con su consiguiente empacho está despertando dolores de cabeza en
Francia y Alemania, porque, de un tiempo a esta parte, sus economías, sin
clientes a quienes vender sus productos en la empobrecida Europa, están viendo
ralentizarse sus economías y están haciéndoselo pagar a los inflexibles líderes
que habían decidido retirar la respiración asistida al continente enfermo.
No sé qué es lo que nos deparan los próximos mese en Europa,
pero parece claro que los europeos han decidido cambiar de médico y lo están
buscando. Mientras tanto, aquí en España, el ladrillo vuelve a ser lo que fue
en origen: barro.
Puedes leer más entradas de "A media
luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
2 comentarios:
Tienes toda la razón. Todos tenemos que asumir nuestro granito de culpa, nosotros ciudadanos de a pie por dejar que los cantos de sirena nos llevaran hasta las rocas, embaucándonos con créditos para realizar esos proyectos que todos tenemos, te decía amablemente la teleoperadora de turno en aquellas llamadas que ni esperabas ni querías y que incluso eran tan amables de dejarte las fabulosas condiciones que te ofertaba tu sucursal bancaria, -por ser tú-, querido y estimado cliente, en el contestador. Reeducarnos, salir de ese espíritu gregario, del yo también porque mi vecino se lo compró, cultivar el yo, dejar de unirme a los demás porque tengo miedo de quedarme solo. Como decía Demian (eterno personaje de Hermann Hesse): “Sólo se tiene miedo cuando se está en disensión consigo mismo”.
Un abrazo.
¡Muy buenas noches Javier!!!
Me ha parecido muy interesante y agradable tu blog, de ahí a que haya invertido un pequeño espacio de mi tiempo en echarle un vistazo, nunca olvides avanzar y seguir construyendo tu pequeño mundo con palabras constructivas.
Si me lo permites y no te resulta mucha molestia, me gustaría invitarte a mi blog - ¡DIARIO DE UNA CHICA POSITIVA! - si te gusta leer una literatura positiva y muy personal (microrrelatos, reflexiones, poemas, relatos, cartas), debatir sobre los acontecimientos de la vida, hacer peticiones literarias para que yo las escriba y hacer publicidad de tu blogspot en la pestaña "Aquí tu blog".
http://insolitadimension.blogspot.com.es/
También invitarte a mi nuevo blog, hecho desde la ironía y la cruda realidad - ! Safo, la isla de Lesbos y la generación de las discípulas femeninas !:
http://lesbianismoysusderivadas.blogspot.com.es/
Únete si lo deseas y si no pues otra vez será. Gracias por las molestias.
Publicar un comentario