Sólo en los últimos años del franquismo y primeros tiempos
de la transición la iglesia católica española ha estado más o menos cerca de la
sociedad real. Eran los tiempos de aquel obispo bueno y demócrata, Tarancón,
para el que los fascistas pedían paredón, plantaba cara al franquismo en
descomposición, tiempos en los que la iglesia era, para sindicalistas y
vecinos, era refugio ante la persecución policial. Eran los tiempos de
Añoveros, aquel obispo vasco que, con sus homilías, puso en jaque a un tiempo a
Madrid y Roma.
Aquellos años de la iglesia fueron la lógica consecuencia
del Concilio Vaticano II y la figura de dos pontífices, Juan XXIII y Pablo VI,
que apearon el catolicismo de sus tronos, para acercarlo a la sociedad real,
sus problemas y sus sentimientos. Yo aún recuerdo aquellos
"recitales" de cantautores en alguna iglesia de mi barrio, para
recaudar fondos con los que pagar multas y fianzas. Por aquel entonces yo ya no
creía, pero la labor de aquellos curas que se la jugaban como el que más me
merecía todos los respetos.
Hoy todo es distinto. Hace tiempo que los obispos no piensan
en que pueden hacer por la sociedad. Hace tiempo que sólo piensan en qué es lo
que pueden sacar de la sociedad para alcanzar su meta en la curia. Bien es
verdad, y sería injusto olvidarlo, que hay una parte de la iglesia, las más de
las veces al margen de su jerarquía, que trabaja por la gente que lo pasa mal a
través de Cáritas, aprovechando la estructura que siempre han tenido las
parroquias y los fondos que reciben de ayuntamientos y gobiernos. Es esa
iglesia, no siempre conforme con los obispos, la que enarbola Rouco para
hacerse perdonar impuestos como el IBI, mediante el chantaje a la sociedad
toda.
Es curioso que cuando más lejos está la iglesia, al menos
sus obispos, de la gente más empeño tienen en meterse en su cama para decidir
cómo y con quién la comparte, al tiempo que tiende sus redes en el que, desde
hace siglos ha sido su mayor negocio, la enseñanza, mediante el cual llena sus
arcas y perpetúa su impronta en las clases dominantes.
Lo peor de todo es que, desde que estamos en democracia, los
poderes públicos, incluso gobiernos con mayoría absoluta de izquierdas, han
tirado la toalla a la hora e plantarle cara a la iglesia. Han tenido miedo de
hacer frente a tan colosal rival y éste, que se alimenta de miedo, ha engordado
y se ha crecido cercándole en asuntos como el aborto o el matrimonio para
todos. Ni Felipe González ni Zapatero han tenido el valor suficiente para
hacerle frente. Tanto Guerra como Fernández de la Vega han renunciado a limar
los privilegios de la iglesia que, en este país, son muchos.
Ahora, con andanadas en contra de la prensa que representa
los interesas de los privilegiados, el PSOE quiere retomar esa batalla,
reclamando a los obispados el pago del Impuesto sobre Bienes Inmuebles del que
ahora están exentos por uno de esos vacios legales que, ayudado de la apatía
que manifiestan los gobernantes cuando se trata de hacer frente a los colosos,
le ha permitid extender la exención de pagarlo por los locales de culto a
viviendas, garajes y quién sabe si el piso de alguna barragana.
Ayer mismo escuché a Gaspar Zarrías hablando de esta
campaña, admitir que se había perdido la oportunidad de afrontar el asunto en
pasadas legislaturas. Creo que lo de Zarrías, sin dejar de ser verdad, son
lágrimas de cocodrilo que habrá que ver en qué quedan cuando en el futuro, si
es que llega, vuelvan a ocupar el poder, porque, de verdad y pese a todo lo
demás, ese es el mayor reproche que le hago y le hará siempre a Zapatero; no
haber cogido el toro por los cuernos, para poner a la iglesia en su sitio.
Hoy se sienta Javier Krahe en el banquillo acusado de injurias y no sé qué más a la iglesia y sus
dogmas por un cortometraje rodado hace 25 años. Es una consecuencia intolerable
de todos los miedos que han impedido a este país alcanzar su libertad plena. A
Krahe s ele piden 192.000 euros por ello y yo me pregunto cuánto habría que
pedir a todos esos articulistas camorristas que cada mañana se empeñan en
acabar con la buena fama de quien no les gusta en la mayor de las impunidades. Seguro que, ni con el agujero de Bankia, habría suficiente.
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1 comentario:
Si hay que reformar la Ley del Mecenazgo, pues que se modifique, con ello también pagarán las fundaciones, las asociaciones declaradas de utilidad pública, las ong’s , las delegaciones de fundaciones extranjeras inscritas en el Registro de Fundaciones, las federaciones deportivas españolas, las federaciones deportivas territoriales de ámbito autonómico integradas en aquéllas, el Comité Olímpico Español y el Comité Paralímpico Español. Y, por último las federaciones y asociaciones sin fines lucrativos.
Si hay que reformar la Ley que se reforme, que cada cual pague el I.B.I que le toque (si tiene un local de 30 metros cuadrados, como las ONG’s, como si tienes tres monasterios con terrenito y todo) como todo hijo de vecino (que al final somos los hijos del vecino los que pagamos siempre) para que por este agujerito del sin ánimo de lucro, no se nos cuele, alguna yema de Santa Teresa, de fabricación artesanal de tal o cual monasterio, a un “módico” precio para el mantenimiento de los santos.
Somos una gran mayoría los que deseamos una sociedad laica, sin que ello no signifique que no tengamos nuestras debidas agnósticas creencias, en la que nuestros hijos puedan decidir libremente si quieren estudiar religión o ética. En la actualidad, hay colegios donde automáticamente pasan a estudiar religión, incluso en la lista de libros de texto viene el libro de religión que has de tachar para que el librero no te lo meta en la bolsa de la compra. No hay asignatura de ética y mucho menos profesor para dar una asignatura alternativa. Y ¿qué hacen estos niños, los pocos que no estudian religión para no ser tildados de los raritos o que su madre o su padre son un tanto raritos, o peor, ateos perdidos? Pues pulular de la biblioteca a la sala de profesores y viceversa.
Recuerdo a Savater en su fantástico libro “Ética para Amador” que decía que: “La pobre ética no ha venido al mundo para dedicarse a apuntalar ni a sustituir catecismos… por lo menos, no debiera hacerlo a estas alturas del siglo XX.” Hoy estamos en el siglo XXI y no sólo no apuntala ni sustituye catecismos, directamente no existe en los planes de estudios de algunos colegios de nuestra geografía.
Supongo que esto no es de extrañar según las crisis de valores galopante que llevamos arrastrando desde hace mucho tiempo y que por su causa hemos desembocado en la actual crisis económica, que no al revés.
Un abrazo, Javier.
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