Cada vez estoy más convencido de que el gobierno español no
ha puesto en hora su reloj que sigue anclado en un tiempo del que, parece,
deberíamos estar saliendo. Prueba de lo que escribo son las últimas horas de
Rajoy en Chicago, una buen prueba de que la apuesta de Rajoy es por un caballo
que, después de haber marchado en cabeza toda la carrera, arrastrando tras de
sí al resto de participantes, ahora está desfondado y ve como su rival le toma
la delantera en la recta final.
El cabreo despreciativo hacia Hollande seguido de la
excursión fluvial con Angela Merkel no creo que fuese lo más beneficioso para España,
ahora que se está rectificando el rumbo hacia el crecimiento después de haber
navegando demasiado tiempo con la proa puesta hacia el iceberg del déficit cero
con resultados de sobra conocidos.
Nuestro país ahora mismo echa en falta dos elementos
fundamentales para salvarse. Uno es la ilusión que parece habernos abandonado
desde que los consejos de ministros se convirtieron en un taller de costura en
el que un viernes sí y otro también, las tijeras mordían nuestras vidas. Otro
es una meta distinta del futuro arrasado y escuálido que nos ofrece Rajoy.
Necesitamos ilusión y futuro y el Gobierno parece empeñado en negárnoslos.
Pienso que haríamos mejor en buscar a nuestros aliados entre
quienes se rebelan contra la austeridad a cualquier precio. Está claro que si
se un país deja de dar pedales pierde el equilibrio y, nosotros, hace demasiado
tiempo que dejamos de darlos. Hasta los propios alemanes han comenzado a ver, y
lo han demostrado con su voto más reciente que comienzan a estar preocupados
por el empobrecimiento de quienes les comprábamos los audis.
Y, frente a ese entreguismo del Gobierno a las tesis de
Merkel, Rajoy exhibe esa especie de alergia a todo lo que tiene que ver con las
políticas sociales y la economía real, más allá de la de las cifras. Por eso
gruñó, entre balbuceos, silencios y más balbuceos, ante las opiniones de
Hollande sobre el futuro de la banca española. Había escrito "nuestra
banca", pero, salvo a la hora de rescatarla, la banca no es nuestra, sino
de los de siempre, los que nos han llevado hasta donde estamos.
También rechazan Rajoy y su partido al derrotado PSOE y a su
líder Alfredo Pérez Rubalcaba y lo hace con malos modos, insultando y
despreciando, sin pensar que nada habría mejor para este país que ofrecer un
sólo mensaje en el exterior. La otra opción, una vez que se ha visto que gran
parte de la herencia de la que tanto se queja el PP y que tan útil le ha sido
para eludir responsabilidades es de las autonomías que gobierna desde hace
tantos años, es la de cocerse en su jugo ante el silencio calculado de la
oposición y os aseguro que no sólo se está cociendo, sino que ya está casi en
su punto.
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1 comentario:
Para dar una imagen fuerte, sensata y unida, con una sola voz, Rajoy junto a Rubalcaba, el PP tendría que hacer un ejercicio de responsabilidad, de humildad, reconocer sus errores y primar el bien común (de los españoles, no de la Patria) frente al interés del partido cada día más deteriorado. Y, sobre todo, depurar responsabilidades y no permitir que las mentiras sean simples lapsus y exigir dimisiones.
Un saludo.
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