martes, 30 de enero de 2018

¡TIEMPO!

Los españoles, me incluyo, vivimos demasiado pendientes de lo que va a pasar y poco o nada de lo que pasa. Es así, pero no es culpa nuestra- Es una consecuencia del "continuará" a que nos tienen acostumbrados quienes han pervertido el periodismo hasta convertirlo en un espectáculo cercano al circo de tres pistas que a la buena literatura, que ni está ni se la espera, la Filosofía o la Historia.
Hoy, nos lo venían diciendo, era el día clave. Hoy sabríamos por fin si se hacía efectivo el regreso de Carles Puigdemont, si Roger Torrent se jugaba su futuro desobedeciendo al TC o si pasaba la patata caliente de su decisión al pleno del Parlament, como ya hizo en su día su antecesora Carme Forcadell.
Nos lo habían dicho, nos lo habían anunciado con fanfarrias y redobles, nos habían vendido entradas para el espectáculo, las televisiones, seguro, habían ajustado sus parrillas y administrado la publicidad, para hacernos creer que seríamos testigos de un día histórico, el de la reaparición, tan furtiva como lo fue su huida, de Carles Puigdemont, el de su detención en cualquier frontera, estación de ferrocarril o aeropuerto, del de su ingreso en los calabozos, tras ser llevado ante el juez Llarena en el Supremo, o, más improbable, el de su renuncia, para que otro candidato, consensuado entre ERC y su partido, ocupase su lugar, para "resetear" el proceso y poner en marcha de una vez el país, Cataluña, que tanto dicen defender.
Muy al final y casi casi de tapadillo, porque no había forma de "venderla" en el show televisivo se apuntaba, con la boca pequeña, la posibilidad de que Torrent, el presidente del Parlament, tomase la decisión más razonable que no es otra que la de suspender antes de iniciado este pleno que ya había sido impugnado antes de haber sido convocado. Paradojas surrealistas, propias de un país al que han enseñado a vivir con el corazón en un puño para que, al final, nunca pase nada.
Finalmente, el pleno se ha aplazado para que el TC responda a las alegaciones planteadas por el Parlament ante la intromisión del tribunal en la forma de organizar sus debates. Finalmente, Roger Torrent, con la astucia de los buenos entrenadores de baloncesto o porque no tenía otro remedio, ha hecho la T con sus manos y ha pedido "tiempo", detener el reloj, a la espera, espero, de que el sentido común vaya ocupando en la mente y en el discurso de unos y otros el espacio que ahora invaden las prisas y el enconamiento.
Supongo que, a estas horas, un poco como yo desmonto mis planes, se están desmontando las expectativas y los especiales diseñados para la ocasión, porque esta vez no va a ser el día. Habrá que esperar otra ocasión en esta ducha escocesa a la que nos tienen sometidos los heraldos del más difícil todavía.