martes, 9 de enero de 2018

SEVILLA TIENE UN COLOR ESPECIAL

Gregorio Serrano, director general de Tráfico, quería a toda costa un piso cómodo y digno de su cargo en Madrid y, no sin cierto escándalo, lo consiguió, pero el calor de la familia y el de su tierra, claro, tiran mucho y, con un AVE, capricho de los socialistas, decían, que les lleva en poco más de dos horas en Sevilla, quién se resiste y más en fechas como estas a pasar unos días en una ciudad como esa, más, siendo vecino.
Además, este fin de semana era el de Reyes y la fiesta de Reyes, con su cabalgata, que presume de ser la primera de España., es algo muy especial, muy grande se dice por allí, en Sevilla. Es verdad que ese fin de semana coincidía con la "operación retorno" de las vacaciones navideñas y que iban a ser decenas de miles los ciudadanos, niños incluidos, que regresarían a sus puestos de trabajo, a sus clases, a sus colegios o simplemente a sus casas y no en avión, en AVE o en helicóptero, sino en su coche, utilizando la red de autopistas, que, con peaje o sin peaje, rodean las grandes ciudades.
Se supone que las llamadas operaciones salida y retorno de las vacaciones son, o debieran ser, para un director general de Tráfico, tan importantes como unas maniobras para los generales y almirantes.
Creo, sin temor a equivocarme, que nadie se imagina a cualquiera de estos militares, responsables de sus unidades, siguiendo esas maniobras desde el salón de su casa, por más pendiente que esté del teléfono o el ordenador para recibir noticias y tomar decisiones. Sin embargo, es posible que alguno haya que se pase su responsabilidad y las obligaciones que conlleva por el arco iluminado de la portada de la Feria de Sevilla.
Es posible y alguno habrá. Personajes como Gregorio Serrano o el ministro que le nombró, que ignoran que el poder que el Estado pone en sus manos no se le otorga para tener pisos dignos, ni escoltas, ni habitaciones de hotel, billetes de avión o AVE o visas oro. Se les da ese poder para que lo pongan al servicio de los ciudadanos, de cualquier ciudadano, votante o no de su partido, para, en la medida de lo posible, proporcionarles bienestar y felicidad y, siempre, para evitarles riesgos y sufrimiento.
Por eso es intolerable ver a niños y ancianos, ateridos de frío, atrapados en medio de una autopista porque los ministros responsables, el de Interior y el de Fomento, no han tomado las decisiones adecuadas, eso que un más que sobrado Zoido, dijo de quienes cayeron en la trampa de las concesionarias que optaron por "hacer caja", manteniendo los peajes abiertos, a pesar de que la cosa pintaba muy mal y estaba claro que lo que la gente estaba pagando era una estancia, no en un hotel medianamente cómodo, sino en una ratonera.
Tiene razón el ministro zafio, perdón, Zoido, en acusar a los conductores atrapados de tomar malas decisiones: la primera, fiarse de la DGT que, desde las seis de la tarde del sábado dejó de informar de lo que estaba pasando o podía pasar, tanto en sus carísimos paneles informativos, como desde su departamento de comunicación, que, de repente, se quedó mudo y dejó de atender a las emisoras de radio, el mejor, si no el único, canal de información para quien conduce un coche. Tiene razón el ministro sevillano, que estaba a resguardo y calentito en el palco del estadio del Sevilla, porque la peor de las decisiones fue la de fiarse de que al frente de las carreteras y la Guardia Civil de Tráfico había personas responsables, dispuestas a renunciar a la calidez del hogar, la familia o los amigos, para atender a las necesidades y las urgencias de quienes pagan su sueldo. Se equivocaron en eso y en creer en la buena fe de las concesionarias de un servicio público que prefirió cobrar a sus usuarios confiando en no sé qué milagro "mariano" hiciese lucir el sol a media noche para fundir la nieve que ya se acumulaba en el firme.
Fueron malas decisiones. No las de Zoido o las de su amigo Serrano, otro mérito no se le conoce para el cargo, que hoy mismo insistía con el peor de los gustos en que en su casa había buena cobertura, no sé yo si en su cabeza, pero habrá que perdonárselo, porque en Madrid hacía frío y había un trabajo que hacer y, claro, Sevilla tiene un color especial.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente ha quedado retratado ...