martes, 23 de enero de 2018

EL TENIENTE RIVERA SALVA A LA RUBIA


Lo ha vuelto a hacer. En el último momento, cuando los cuchillos de los pieles "rojos" tenían a su alcance el cuero cabelludo de la rubia, la heroína de la derecha madrileña, el teniente Rivera con su pañuelo naranja sobre el viejo uniforme azul y sus jinetes del grupo parlamentario de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid ha rescatado a la chica rubia, subiéndola a la grupa de su corcel, para cabalgar por las praderas de la impunidad,.con ella agarrada a la cintura
Cristina Cifuentes, la presidenta madrileña, da una imagen muy distinta de la que daban Esperanza Aguirre o Ignacio González, sus antecesores en el cargo, especialmente de la de la condesa, Esperanza la condesa, sobrada y faltona. aunque, en el fondo, no haya tanta diferencia entre una y otra, porque, cuando Aguirre campaba a sus anchas por todos los rincones de la Comunidad de Madrid, saltando de charca en charca con sus ranas, Cristina Cifuentes, tan antigua o casi como ella en el PP, no andaba muy lejos y dejaba su firma en alguno de los chanchullos con los que quienes llevan casi tres décadas gobernando Madrid han practicado su particular manera de emular a Robin Hood, robando a los pobres, para dárselo a los ricos.
De hecho, una de esas firmas, estampada en un documentos comprometedor por quien, como ella, por su experiencia y formación, debería conocer de sobra lo que firmaba, la llevó el año pasado a sentarse en la silla de los comparecientes de la comisión parlamentaria que investiga la corrupción en Madrid, algo que hizo de mala gana, arropada por sus diputados como si acudiese al patíbulo, a propósito de un "negocio" de Marcasa, tan ruinoso como lleno de rincones sospechosos, y, aunque el juego de las  mayorías la puso a salvo, nadie duda que se dejó unos cuantos pelos de su prestigio en la gatera de aquella comparecencia.
Quizá por eso, ahora que las explicaciones se le piden por haber negado durante meses a la oposición las actas de los consejos del Canal de Isabel II, en las que se aprobaban asuntos tan turbios como los que llevaron a prisión a su antecesor, Ignacio González, y a ser investigado a Alberto Ruiz Gallardón, por abrir el grifo del canal en beneficio propio y, al parecer, del PP, reuniones en alguna de las cuales ella estuvo presente.
El hecho es que esos documentos, de los que era depositaria la Comunidad, fueron reclamados por la oposición y, tantas veces como lo fueron, fueron negados por el gobierno de Cifuentes, dando como excusa que pesaba sobre ellos el secreto del sumario. El hecho es que, con el tiempo y la insistencia, se supo que el juez del caso, caso Lezo, por más señas, confirmó que el secreto no pesaba sobre ellos y que, por tanto, podían ser entregados a la comisión. Cuando se supo, la rubia presidenta culpó de la negligencia a un alto funcionario, al que cesó inmediatamente, pero, con el tiempo y la insistencia, hemos sabido también que el fax del juzgado que "liberaba" las actas llegó al mismo tiempo y en el mismo aparato que otro en el que aceptaba la personación del PP en el caso, un fax que, ese sí, fue difundido a bombo y platillo.
Cristina Cifuentes tenía que comparecer para aclarar tan bochornoso asunto y dejó claro desde el principio que no le apetecía nada pasar otra vez por la tensión de someterse a las preguntas de los diputados de igual a igual y sin la protección de la presidencia de la Asamblea y su administración de los turnos.
Parecía hasta ayer mismo que Cifuentes no se iba a librar de lo que ella ha tildado más de una vez de proceso inquisitorial. Pero sólo lo parecía, porque, ya en la tarde, Ciudadanos, agarrándose al clavo ardiendo de no sé qué aspecto técnico, decidió apearse de la petición de comparecencia, salvando, en el último momento, una vez más, a la rubia. Ellos, los de Rivera, los mismos que una y otra vez se hacen pasar por los adalides de la lucha contra la corrupción, han vuelto a dejar claro en qué lado se colocan cuando les conviene, sosteniendo otra vez un gobierno agobiado por ella.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Esto es una merienda de ... políticos

Saludos
Mark de Zabaleta