viernes, 16 de septiembre de 2016

ESPERANZA AGUIRRE Y UN LARGO ETCÉTERA, TAMBIÉN


No seré yo quien defienda a capa y espada a quienes durante tantos años han gobernado Andalucía a placer, con esa mezcla de populismo y despotismo, tan propia de quienes cabalgan sobre mayorías absolutas, como quien cabalga un potro desbocado. No lo haré en el caso de José Antonio Griñan y Manuel Chaves, pero no puedo dejar de decir que echo en falta comportamientos similares de la Fiscalía en casos tan sangrantes o más, como lo han sido los gobiernos de Esperanza Aguirre o su sucesor, Ignacio González, en la Comunidad de Madrid o Francisco Camps y Alberto Fabra en la valenciana.
Eso, por no hablar de la providencial "oportunidad" con que el tribunal que juzga el caso de los ERE se manifiesta para, voluntaria o involuntariamente, equilibrar los efectos que los escándalos que la gestión del PP ha desatado en otras comunidades. Naturalmente, el fiscal está en su derecho y obra conforme a la ley cuando hace públicas sus peticiones para los dos expresidentes andaluces, pero da que pensar el hecho de que esa petición haya irrumpido en la actualidad coincidiendo con el clímax de la polémica desatada por la no renuncia de Rita Barberá al escaño que le otorgaron para el Senado las Cortes Valencianas, escaño que, por cierto,  la pone a salvo, de momento, de decisiones como la que se acaba de tomar con Manuel Chaves y José Antonio Griñán.
Supongo que los asesores de comunicación de los partidos saben lo que tienen que hacer en estos casos y los hacen. El PP, agitar y remover la boñiga que acaba de caer sobre el PSOE, para que su olor disimule el del asunto Rita, mientras el PSOE, por su parte, hace algo parecido, pero sin reservas mentales, a lo que estoy haciendo yo ahora mismo. Nos dirán que defender a los propios y atacar a los contrarios sin hacerse preguntas es lo que toca, pero, la verdad, los ciudadanos no nos merecemos eso. Más bien echamos de menos un poco de autocrítica y, sobre todos, una actitud de defensa de los ciudadanos y del sistema que, por lo general, brilla por su ausencia.
Creo que ahora es momento de aclarar que, amén de por las presuntas irregularidades cometidas por ellos o por sus subordinados, si Chaves y Griñán se ven en las que se ven es por haber renunciado en su momento a sus escaños en el Congreso y el Senado, con su correspondiente paraguas judicial, o a la reelección que, sin duda y no por falta de ganas, podría haberles proporcionado el PSOE, su partido, . Algo muy distinto de lo hecho por Rita Barberá y, seamos sinceros, la práctica totalidad de nuestros representantes.
Habrá quien me diga que la cabeza de Griñán y Chaves fue el precio pagado por Susana Díaz a Ciudadanos para que consintiese su gobierno en Andalucía. Algo que no deja de ser cierto, pero, al tiempo, habría que reconocer que no opusieron la resistencia que demuestran los imputados del PP, desde Rita Barberá a Gómez de la Serna, pasando por no sé cuántos más ni en cuántos asuntos más.
Insisto en que no me parece mal que Griñán y Chaves sean juzgados y, a la vista de lo probado, absueltos o condenados. Pero, del mismo modo, echo de menos ver pasar por lo mismo a personajes como Esperanza Aguirre, que, como una gallina clueca, ha estado sentada sobre el nido, el gran nido, de corrupción que ha sido la Comunidad de Madrid, desde su llegada a la presidencia, propiciada por el soborno indemostrable, de momento, a los diputados socialistas Tamayo y Sáez, soborno que fue investigado por una comisión parlamentaria presidida, atención, por el insigne inquilino de la prisión de Estremera, Francisco Granados.
Echo de menos en ese trance a Esperanza Aguirre y su sucesor Ignacio González, responsables del deterioro y desmantelamiento de la Sanidad y la Educación pública en Madrid, despilfarradores y malversadores del dinero que es de todos y para todos, del mismo modo que echo de menos a todos esos personajes y personajillos que tanto han tenido que ver con el saqueo de las arcas de una comunidad, la valenciana, que había sido siempre rica.
Está bien que Chaves y Griñán seas investigados y, si es menester, juzgados, pero Esperanza Aguirre, Ignacio González, Francisco Camps y un largo etcétera, también.