Andan todos -la prensa, el PP, Ciudadanos y sus propios
compañeros- diseñando un funeral para el secretario general del PSOE, Pero Sánchez.
sin que se haya muerto. Quieren enterrarle pronto, para que nadie se dé cuenta
de que aún está vivo. Por eso, los unos improvisan certificados de defunción de
médico tramposo, amigo de la familia, los otros encargan la caja y los demás
empiezan ya a repartirse los despojos.
Triste panorama, en el que Don Tancredo Rajoy espera ver
pasar el cadáver de quien, con mayor o menor acierto, con mayor o menor
convencimiento, desde el PSOE ja acabado por plantarle cara, algo para lo que
no estaba preparado en un país en el que demasiadas cosas, por desgracia,
acaban resolviéndose entre bambalinas. Y cree que ya lo tiene, que la cosa esta
madura, que los felones, como con Julio César, darán buena cuenta del
"amigo", "por el bien de Roma".
Si lo consiguen, Rajoy habrá obtenido, con sus propios
votos, los de Ciudadanos y los de los que creyeron en el programa del PSOE,
disfrazados ahora de cínica abstención, el perdón a todos sus pecados, el
perdón a todo lo hecho y dicho desde las filas del gobierno, de los gobiernos
del PP en estos últimos años. Una maniobra demasiado habitual, la de atribuirse
el perdón de las urnas por pecados que hay que pagar en los tribunales, indigna
y mentirosa, que ha llevado a este país, especialmente en Madrid y Valencia a
niveles de corrupción e impunidad insoportables.
A Pedro Sánchez, empeñado en defender lo que interpreta que
es la voluntad de sus votantes y, muy especialmente, le están mordiendo los
tobillos todos esos reyezuelos que alzan su voz en aras del bien de España para
impedirle hacer a nivel nacional lo que toso y cada uno de ellos,
acertadamente, han hecho en sus propios territorios. Lo suyo es la actitud
cobarde de quien nada y guarda la ropa, la de quien ha perdido tantos votos
como el propio Sánchez en sus respectivos comicios y cínicamente culpan a su
secretario general, cuando es evidente que, si los pierden, es porque existe
Podemos y, si existe, es porque los ciudadanos, primero con Zapatero y luego
con Rubalcaba, se sintieron huérfanos de unas siglas que les defendiesen y
acabaron buscando refugio en otros pagos.
Los dirigentes del PSOE, barones o jarrones chinos, quieren
liquidar al díscolo Sánchez, al mismo que fracasó en marzo por no acercarse a
la izquierda, atado de pies y manos como estaba por los mismos que ahora le
reprochan el fracaso que ellos mismos provocaron. Pero Sánchez, en contra de lo
que viene siendo en ese partido, el de la calle Ferraz, ha decidido resistir a
las presiones y morir matando, atrincherado en una dignidad y unos principios
que, si no son los suyos, sí son los de la mayoría de sus militantes y
votantes.
Quienes pretenden entender de esto tratan de colocarnos, si
Pedro Sánchez se sale con la suya, ante el abismo de un PSOE dividido y
desgarrado. Pero no hacen el esfuerzo, y no lo hacen a conciencia, de
enfrentarnos al día después de un PSOE entregado a los intereses de los
poderosos, consintiendo que quienes, ayer mismo y por enésima vez, se negaron a
ser controlados o investigados por el pleno del Congreso, la máxima expresión
de la voluntad ciudadana que es, los miembros de de un gobierno en funciones
y amotinado, los dirigentes de un partido que está siendo investigado aquí y
allá por años de corrupción, el partido investigado por destruir pruebas del
caso Bárcenas, machacando los discos duros que guardaban la caja B de la
corrupción, el presidente y el ministro que retiran a sus amigos, sin más, en
puestos en los que se juega el prestigio de España, el mismo que sentó en el
Senado a la responsable de la vergüenza valenciana, al "caloret" del
sueldo y el fuero, para no hacer nada y, sobre todo, para que no diga nada.
Ese es el escenario. Un escenario que podría completarse con
ciudades sucias, con colegios sin aulas ni profesores, con hospitales con camas
cerradas por falta de personal, con millones de parados sin ayuda y millones de
trabajadores con sueldos de miseria. Ese es el escario en el que los barones y
jarrones chinos del PSOE pretenden dejar hacer, dejar pasar a Rajoy. Yo estoy
seguro de que, si, al final regalan su abstención y, con ella, su implícito
perdón a don Mariano, los peores resultados del PSOE no serán estos, sino los que
vengan después de la rendición.
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