Un verbo, procrastinar, se está poniendo de moda,
fundamentalmente, porque es fácil identificarse con la actitud a la que tal
verbo se aplica. Procrastina, yo soy un especialista, quien deja para más
adelante los asuntos complicados y los sustituye por otros más sencillos o
gratos. Ya os confieso que soy un procrastinador nato, aunque nada que, con
Mariano Rajoy, especialista en aparcar cualquier decisión trascendente,
especialmente ceses y nombramientos, a la espera no sé si de la inspiración
celestial o de que, como le ha ayudado a creer la experiencia, las cosas se
vayan resolviendo solas poco a poco.
Razones tiene Rajoy, desde luego, para procrastinar como si
no hubiera un mañana. Dejar pasar el tiempo parece ser su especialidad. Es una
consecuencia de ese carácter que se atribuye a los gallegos, cuya desconfianza
les alcanza incluso a ellos, atenazándoles a la hora de tomar una decisión por
no fiarse de hacerlo acertadamente. Eso debe creer él, y cree bien, porque la
precipitación en los apoyos, probablemente forzados, a personajes en entredicho
han minado su credibilidad, su autoridad u su prestigio, de puertas afuera de
su partido y, como viene ocurriendo de un tiempo a esta parte, también puertas
adentro,
Los abrazos forzados en campaña, los SMS de apoyo a quienes,
como Bárcenas, han sido pillados en renuncio, las manos puestas en el fuego por
personajes como Rita Barberá, las lealtades reiteradas a amigos con pasado tenebroso,
como el exministro Soria, el miedo, porque quizá sólo sea eso, a tipos
que, como Jaume Matas, descubren, ante la proximidad de volver a prisión, sus
dotes para el cante... Todo ello es tarea acumulada que va llenando un saco
cada vez más pesado con el que ahora tiene que cargar.
No tuvo coraje de deshacerse de todos ellos cuando
correspondía, limpiando el desván de su partido, en el que anidan ya demasiados
fantasmas. O, dicho de otro modo, tuvo miedo de hacerlo. Y, si tuvo miedo, es
porque cada uno de ellos sabían, saben, demasiado del turbio funcionamiento del
PP y de su papel en el mismo. Hoy, sin una mayoría absoluta a la vista, a la
que fiar la tranquilidad en sus filas, a Rajoy le están saliendo todos esos
fantasmas a pasear.
Dicen que el presidente en funciones se está dando tiempo
para llegar a unas terceras elecciones en las que podría acercarse a la mayoría
absoluta con la que únicamente parece saber gobernar, mayoría absoluta o, en
todo caso, mayoría tan holgada como para necesitar el apoyo de pequeños
partidos, para superar el trámite de la investidura. Una estrategia que parece
no sólo clara, sin la única posible ahora que, dado lo que se le viene encima,
se le va a hacer difícil conseguir el apoyo de partidos que han hecho bandera
de la regeneración y la lucha contra la corrupción.
De aquí a que se agote el plazo para volver a plantear y
superar la investidura, los líderes del PP. van a pasar más tiempo sentados en
el banquillo que en los despachos de las sedes de su partido. La investigación
abierta por el Supremo a la hasta ahora intocable, por blindada no por honrada,
Rita Barberá, los deseos de Jaume Matas, el de las escobillas doradas, de
cantar para aliviar su pena, contando, por ejemplo, que fue en la sede del PP nacional
donde recibió instrucciones de cómo convocar el concurso para las obras del
mayor hospital público de las islas de modo que se le adjudicase a la
constructora de Villar Mir, OHL. Están también las consecuencias de las
mentiras que rodearon el nombramiento de su amigo José Manuel Soria como
aspirante a una dirección del Banco Mundial, mentiras puestas en evidencia ayer
en sede parlamentaria por su ministro De Guindos, acosado por la oposición,
pese a que las malas artes de Rajoy, su amiga Ana Pastor y la inestimable colaboración
de Ciudadanos le permitieron explicarse o tratar de hacerlo al menos en el
formato menso humillante.
Y esas son sólo las hojas del rábano judicial que espera a
Rajoy y su partido. Una ristra de casos que le convierten en apestad, en mala
compañía, para cualquiera que quiera ofrecerse como solución para este país.
Definitivamente el PP o al menos Rajoy están en racha. Esperemos que sea la
definitiva.
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