martes, 27 de septiembre de 2016

QUÉ FALTA DE RESPETO


Yo, que, cuando fue elegido por sus compañeros en primarias, cuando, inmediatamente, comenzó a dar sus primeros y polémicos pasos en Ferraz, especialmente, el desmantelamiento de la dirección del partido en Madrid, tuve serias dudas, no ya sobre la idoneidad de la elección, sino sobre la persona en sí misma, yo que le critique duramente, ahora pienso que está haciendo lo correcto o, en todo caso, que tiene legitimidad para hacer lo que hace.
Quienes le critican, desde dentro y fuera del partido, le reprochan haber fracasado en su tentativa de formar un gobierno de progreso, frente al partido de Rajoy y pretenden, en nombre no se sabe de qué intereses superiores, que se aparte del camino y deje el paso libre al último responsable de la cruel gestión de la crisis de la que aún no hemos salido y en la que se ha vuelto a abrir la brecha social que parecía haberse suturado en España, a quien, en cuatro largos años, con su reforma laboral y con sus presupuesto ha acabado con gran parte de la clase media, ha dejado a millones de españoles al borde de la pobreza y ha expulsado de las universidades a los hijos de la clase obrera, mientras consentía la corrupción, poniendo trabas a su esclarecimiento, todo ellos, mientras los ricos, los poderosos y los especuladores se hacían más ricos, más poderosos y más salvajemente especuladores.
A Pedro Sánchez, elegido democráticamente por los militantes de su partido, un partido en caída libre tras la desastrosa gestión de Alfredo Pérez Rubalcaba, un partido en plana crisis de identidad, con una dirección que, ya hacía años había dado la espalda a la calle y a la gente, también a sus militantes, le han llovido las críticas desde todos lados. A Pedro Sánchez "le han dado" desde el propio partido, donde los barones, con Susana Día, su particular Esperanza Aguirre, a la cabeza no han hecho otra cosa que sabotear las iniciativas de su secretario general, a veces con grandes aspavientos, a veces taimadamente, a Pedro Sánchez le han criticado desde periódicos que apenas se venden en los kioscos y ahora se venden desde los despachos, pero al mejor postor. También, cómo no, en radios y televisiones, con informaciones sesgadas, en tertulias en las que chillan indocumentados monos de repetición, en las que correveidiles con su correspondiente argumentario filtrado y bien aprendido. Pero, además y, por si fuera poco, no ya criticado, sino pretendidamente coaccionado por dirigentes del PP, sus adversarios directos, que, de ninguna manera, quieren tener enfrente un partido díscolo y crítico, ahora que la posibilidad de formar un gobierno más o menos cómodo depende de arrancar la abstención al PSOE.
La decisión de Pedro Sánchez, de ir a primarias y a un congreso extraordinario, que ratifique o no su autoridad en el partido es valiente y le honra. Y no sólo eso, porque ya iba siendo hora de poner en marcha la maquinaria democrática de un partido que lleva ya demasiado tiempo soslayándola. Ya iba haciendo falta que un partido como ese, de gobierno, diese voz a sus militantes. Ahora sólo espero que todas esas voces críticas -a veces yo mismo, lo reconozco- que han, hemos, hecho todo lo posible para hacerle tambalearse en su silla, acepten los que la militancia decida sobre el futuro del partido y su secretario general. 
Otra cosa sería persistir tan tozuda como interesadamente en una intolerable falta de respeto, no ya a Pedro Sánchez, sino, también, a los militantes que, hace no tanto, le dieron su confianza, sin que haya habido un refrendo equivalente para revocársela.