martes, 15 de diciembre de 2015

RAJOY NO ES DECENTE


Esa fue la única novedad. Minutos antes del comienzo del debate llovió en el secarral en que se ha convertido Madrid. Fue como una profecía de lo que vendría después, Una profecía del "chorreo" de reproches y acusaciones a que Pedro Sánchez sometió a un patético Rajoy, más pálido y más frío en los primeros minutos del debate que el frío plató y el frío moderador y el realizador, correctos y sólo correctos, nada más, por encima de los que el tiempo, como por encima de las dos formaciones del bipartidismo, parece haber pasado sin misericordia.
Llovió, intensamente y durante la llegada de Sánchez, pero llovió. Y hacía falta. También llovió e intensamente durante el debate. Lo malo es que muchos nos retiramos antes, candados de las mismas gráficas y las mismas cifras de siempre, cansados de un Rajoy frío como el hielo, pero tembloroso y asustado, como delataba su pierna bajo la silla en la que se sentaba. También "atarugado" a la hora de lanzar ese discurso que no se creía hace cuatro años y que, ahora, sigue sin creerse.
Pedro Sánchez, por el contrario, parecía acrecentarse ante quien estaba, atrapado por el pasado, atado de pies y manos, por la memoria, nuestra memoria, en la que sigue siendo el personaje insensible y frío, capaz de devaluar el trabajo de millones de españoles, de facilitar el escenario imprescindible para mandar al paro a centenares de miles de padres de familia, a sabiendas de que nunca más iban a encontrar un puesto de trabajo parecido al que perdían y para sustituirles semana a semana, "cholismo empresarial", por una miseria, sin protección, sin derechos y sin la más mínima perspectiva de futuro.
Frío como los colores del fondo del plató, en los que destacaban su palidez de personaje venido del ultramundo, para hacerse con el plasma de los votos, con el que vivir sin dejarnos vivir otros cuatro años, 
Daba pena ver a un Rajoy cariacontecido, incapaz de creer que alguien que se lo jugaba todo en el envite le fuese a echar en cara tantos años de corrupción, de saqueo, apenas disimulado, escondido, ante los ciudadanos en las televisiones y radios públicas, pastoreadas por sus insaciables capataces, o en periódicos, radios y televisiones presuntamente privadas y libres, atadas y bien atadas con el dogal de las licencias o la publicidad institucional. No podía creerse lo que estaba viendo y surgieron en él el deje de opositor de provincias y de otro siglo, los modos de algunos personajes galdosianos, de quien no es capaz de conceder al otro, al que creen inferior, el derecho a decir la verdad y decírsela a la cara.
No lo pudo soportar. Se había creído lo de la casta, aquello de "PSOE y PP la misma mierda es" y no contaba con que alguien, antes de hundirse con su partido, tuviese un plan B en el que cantarle las verdades del barquero fuese la pieza esencial. Por eso fue, lamiéndose las heridas, a consolarse entre los suyos, por eso ya no le queda más que cultivar el victimismo. Por eso sus voceros andan como locos haciendo buena la consigna recibida de machacar a Pedro Sánchez por su mala educación, por su golpe bajo de llamar "no decente" al candidato de sus desvelos, como si, por haberse atrevido a decirlo, dejase de ser verdad lo que dijo.
Y es que no hay vuelta de hoja. Rajoy no es decente y no lo es por todo lo que le dijo el candidato socialista en horario "prime time", lo mismo que otros llevan años diciéndole siempre que aparece por el Congreso, como acertadamente acaba de decir Alberto Garzón, el candidato de Unidad Popular - Izquierda Unida, pobre, pero más honrado que muchos. Se lo dijo Sánchez en "prime time" y se lo dice el diccionario de la Academia, pare el que decente equivale a honesto, justo, debido o digno, adjetivos que difícilmente encajan en Mariano Rajoy.
Anoche llovió en "prime time". Y menos mal que llovió

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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Toda España lo ha visto claramente....