Nadie sabe a estas alturas quién es el ganador de estas elecciones.
De hecho, el gobierno alemán ha verbalizado lo que todos pensamos al decir que
no sabe a quién felicitar. Lo que, sin embargo está más que claro que hay un
perdedor. No sé si el único, pero sí el más claro. Y ese perdedor, bien lo sabe
él, no es otro que Pedro Sánchez.
Lo es y lo sabe, porque ha conseguido lo que hasta el
domingo parecía imposible: quedar por debajo de los resultados de un desganado
Rubalcaba que, en medio del ojo del huracán de la crisis, llevó al PSOE a sus
peores resultados, a un suelo electoral que Pedro Sánchez ha perforado y con
ganas el domingo.
Pero la desgracia del "apuesto" secretario general
del PSOE no se queda a las puertas del partido, porque, dentro, sus "compañeros"
han olido sangre y andan afilando cuchillos para hacerse con sus despojos, una
vez que la gran ilusión de victoria que dudo que el mismo creyera, se ha
desvanecido definitivamente y, por si fuera poco, sus compañeros le quieren en
el altar del sacrificio, pero atado de pies y manos, imponiéndole unas condiciones
que ellos mismos no han respetado.
Le imponen, como el ardoroso presidente extremeño, Fernández
Vara, que no llegue a acuerdos con Podemos, a veces por haber apoyado la
formación de Pablo Iglesias a Bildu, otras porque defiende el derecho de catalanes
y vascos a ser preguntados sobre su deseo de pertenencia a España. Lo exigen y
parecen querer olvidar y que olvidemos que ellos mismos han podido formar sus
gobiernos apoyados por esa misma formación de la que ahora hacen anatema, Una
postura que tiene mucho más que ver con la hipocresía que con la amnesia.
La verdad es que no envidio en absoluto la situación
de Sánchez, acosado por sus compañeros y por quienes, amigos y enemigos, desde
fuera del partido le exigen que, en aras de la gobernabilidad, que exigen
los mercados y la troika, o como se llame ahora, franquee el paso a Mariano
Rajoy para que pueda formar gobierno, el mismo Rajoy del que hace ocho días
había dicho que no era decente para presidirlo.
No le envidio y no sé lo que haría después de haber
desbaratado el partido en Madrid, para cosechar con su nueva formación dos
severas derrotas, primero en las municipales y autonómicas y, ahora, en las
generales, desnaturalizando la representación del partido en el Congreso y
dejando fuera a alguien como Eduardo Madina. No le envidio y sé que si alguien
le ofreciese una ventana o una puerta, por las que desaparecer sin hacer ruido,
las aceptaría sin pensárselo mucho.
Pobre Pedro Sánchez, marchitado antes de florecer, sometido
a los parásitos y las malas hierbas de su propio jardín y azotado por los
vientos de sus enemigos que pretenden inclinarle hacia su terreno, Pobre
Sánchez, especialista en huidas hacia adelante, al que la única salida que le
queda, si le dejan propios y extraños, es la de forzar unas nuevas elecciones
en las que jugárselo todo a cara o cruz, haciendo bueno eso de "de
perdidos al río", porque a este perdedor las cosas ya no le pueden ir
peor.
Lo malo, otra razón para sentirse acorralado, es que Podemos
está deseando esas nuevas elecciones, a las que las dos derechas se
presentarían sin careta. En esa "segunda vuelta", probablemente los
de Iglesias se "comerían" al PSOE y Ciudadanos, ya sin máscara,
perdería todo el poder de decisión que potencialmente tiene ahora. Pobre
Sánchez, pobre perdedor.
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1 comentario:
Muy bien dicho....
Felices Fiestas !
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