viernes, 11 de diciembre de 2015

POR QUÉ NO QUIEREN IRSE


Gustavo de Arístegui, Pedro Gómez de la Serna, Rodrigo Rato, Miguel Platón, Ignacio (Nacho) Villa, Álvaro Renedo y son sólo algunos de los nombres relacionados con el Partido Popular, la corrupción y el despilfarro que hoy aparecen en las informaciones de televisiones, radios y periódicos. Entre esos nombres hay diputados, un embajador, un ex vicepresidente y varios periodistas, acusados todos de utilizar en beneficio propio los cargos para los que fueron elegidos o nombrados.
Son nombres que se entrecruzan con las ofertas de última hora, algo así como un black friday de esta campaña electoral, propuestas de última hora, ocurrencias, con las que el candidato avestruz, siempre a cubierto, siempre callado si no tiene un papel delante, y sus asesores quieren compensar el poco o poco o nulo entusiasmo que despierta en un electorado que ha perdido el miedo al futuro, que está ya cansado de que le tomen el pelo y de que le metan la mano en la cartera.
Estos señores, herederos del sistema y de los privilegios que heredamos del franquismo saben de sobra que lo único que les puede atar al escaño, lo que les puede mantener en sus cargos, manejando presupuestos y prebendas es el miedo de los que aún tienen algo que perder y, por eso, les ofrecen la bicoca de uno o dos años más de trabajo, los que el cuerpo aguante, después de la jubilación sin pagar IRPF, con el único fin de ahorrar al sistema una de esas pensiones que cada vez son más insostenibles a causa del saqueo de la caja común que ya no crece, porque los sueldos miserables que ahora pagan a nuestros hijos empresas que apenas pagan impuestos no compensan las pensiones que los abuelos comparten con la familia. Y lo adornan con otro "regalo", esta vez para los nietos. El de eximir del pago del primer año de IRPF a quienes consigan un trabajo, como si no supiesen que tal cosa es casi imposible y que, en el caso de que lo consiga, la insultante miseria que cobrarían les exime de pagar ese impuesto que ahora dicen querer regalarles.
Promesas absurdas, imposibles de cumplir, todas a costa de los impuestos y de lo que es de todos los ciudadanos, que llevarían al incumplimiento de los compromisos con la UE y a posteriores recortes que, evidentemente, no preocupan a quien puede pagarse un plan de pensiones o sanidad privada.
Todo para engañar a cuantos más incautos mejor, para que les den los votos con los que mantenerse en el gobierno "solos o en compañía de otros", saqueando con sus tarjetas black, con sus mordidas o con sus pelotazos.
Porque estos señores recalifican y cambian planes urbanísticos para llenarse los bolsillos, como acaba de hacer el PP de Cifuentes en la Comunidad de Madrid, ayudado con los votos de su segunda marca, Ciudadanos, permitiendo una vez más edificar por encima de lo razonable en una ciudad, la mía, que se asfixia y no es metáfora con el veneno de coches y calefacciones. Y es que, al final, la cabra tira al monte y a los lobos, cuando ven el cemento y los ladrillos, se les cae la piel de cordero y asoman los colmillos.
Pero, para poder hacer todo esto sin el reproche de la sociedad, es preciso el adormecimiento que sólo los medios proporcionan y, para controlar esos medios, especialmente los públicos, son precisos los capataces sin escrúpulos que, a cambio de gastar con sus tarjetas, sin control y sin vergüenza, lo que es de todos o de poder colocar a sus amiguitos o amiguitas en puestos inverosímiles, pulen todos las aristas de la información hasta convertirla en supositorios que introducir a los ciudadanos por donde se introducen los supositorios.
No quieren irse, quién querría hacerlo, porque se permiten y les consienten chanchullos de todo tipo, mediaciones y tráfico de influencias, a veces tan simples como sobornos para aquellas empresas que contratan sus servicios y que sus compañeros de partido y escaño les consienten  mirando para otro lado, bajo la consigna del "hoy por ti, mañana por mí".
Por eso no quieren irse, porque la política es para ellos un medio de vida, un trabajo que da prestigio y privilegios, a veces durante casi cuarenta años, con derecho a pasajes, dietas y comilonas que, sean o no los nuestros, les pagamos todos los españoles. En nuestras manos esta impedirlo, negándoles el voto y negándoselo a sus "tapados" machistas y codiciosos a los que nos va a faltar tiempo para desenmascararles en esta campaña

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Dices bien... viven de ello !

Saludos