lunes, 7 de diciembre de 2015

MIRA QUIEN BAILA



Desde el viernes, al menos en las calles de mi ciudad, una gran parte de las banderolas contratadas por el PP lleva la imagen de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, número dos de la lista por la Madrid. Algo muy chusco. Tanto, que, desde que la vice "cuelga" de las farolas todo el mundo se pregunta cuál es su papel en el partido y, sobre todo, en un hipotético gobierno del PP. No quiero pecar de vanidoso si os digo que empecé a ·olerme la tostada" ya desde la misma noche que bailó en la "disco" de Pablo Motos, con horas de ensayo y perfecta coreografía, algo demasiado costoso en horas de vicepresidenta, como para ser sólo una gracieta y no una operación de largo alcance para la pronoción de quien parece llamada a sustituir, antes o después, a su mentor, Mariano Rajoy, que ha arrancado la campaña con niveles de popularidad bajo mínimos, concentrando todas las críticas desde la izquierda a la derecha, y exhibiendo una torpeza dialéctica supina en cualquier distancia, pese a lo que diga su círculo de asesores.
Parece como si el relevo ya estuviese decidido y se hubiese pensado en Sáenz de Santamaría después de haberla preservado de la mayor lacra que arrastra su partido y que no es otra que la corrupción y parece que ha sido la elegida porque, aparentemente y sólo aparentemente, es completamente distinta a Rajoy, porque es joven, es hábil, es capaz de interpretar y emocionarse ante las cámaras y parece estar preparada, justo lo que a Rajoy parece faltarle.
Se ha llegado a decir, yo no lo descarto, que Soraya es en realidad la tapada del PP, el recambio, para el caso de que el partido más conservador no alcanzase la mayoría absoluta y que para alcanzar el apoyo cualquier otra fuerza, especialmente los conservadores de Rivera, exigiese la cabeza de Rajoy para darle su apoyo.
Ya sé que Rivera salió al paso ayer de esta posibilidad, pero también sé que, para estos casos, hay un comodín que nadie se resigna a despreciar cuando el poder o la influencia están cerca y ese comodín no es otro que la invocación a la gobernabilidad. Cosas más raras hemos visto y estamos a punto de verlas, por ejemplo en Cataluña. Así que no descartemos tener presidenta en la Moncloa y que quien tan mal viste, había que verla ayer ene el Congreso, comience a combinar el naranja en su armario.
Sé que Rivera destrozaría su discurso y defraudaría a sus votantes, si apoyase al partido contra el que se ofreció como alternativa. Pero también sé que Rivera es tan hábil como para argumentar su apoyo antes que dejar al país sin gobierno o en manos de cualquier otra alianza de la que formase parte Podemos.
En cualquier caso lo más probable, si no lógico, es que dos partidos que comparten ideologia, por más que Rivera se empeñe en negarlo, y, también padrinos, acaben formando gobierno y que el PP asuma el veto a Rajoy, entregando su cabeza a sus hipotéticos socios. Aquií, y menos en política, nadie da puntada sin hilo y aquel aparentemente inocente baile de la vicepresidenta ya va teniendo explicación. Sólo espero que los votantes sean conscientes de ello y ne le bailen el agua a Soraya, la de las farolas, y a su partido.


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Todo muy preparado...

Saludos