martes, 22 de diciembre de 2015

EL PERDEDOR


Nadie sabe a estas alturas quién es el ganador de estas elecciones. De hecho, el gobierno alemán ha verbalizado lo que todos pensamos al decir que no sabe a quién felicitar. Lo que, sin embargo está más que claro que hay un perdedor. No sé si el único, pero sí el más claro. Y ese perdedor, bien lo sabe él, no es otro que Pedro Sánchez.
Lo es y lo sabe, porque ha conseguido lo que hasta el domingo parecía imposible: quedar por debajo de los resultados de un desganado Rubalcaba que, en medio del ojo del huracán de la crisis, llevó al PSOE a sus peores resultados, a un suelo electoral que Pedro Sánchez ha perforado y con ganas el domingo.
Pero la desgracia del "apuesto" secretario general del PSOE no se queda a las puertas del partido, porque, dentro, sus "compañeros" han olido sangre y andan afilando cuchillos para hacerse con sus despojos, una vez que la gran ilusión de victoria que dudo que el mismo creyera, se ha desvanecido definitivamente y, por si fuera poco, sus compañeros le quieren en el altar del sacrificio, pero atado de pies y manos, imponiéndole unas condiciones que ellos mismos no han respetado.
Le imponen, como el ardoroso presidente extremeño, Fernández Vara, que no llegue a acuerdos con Podemos, a veces por haber apoyado la formación de Pablo Iglesias a Bildu, otras porque defiende el derecho de catalanes y vascos a ser preguntados sobre su deseo de pertenencia a España. Lo exigen y parecen querer olvidar y que olvidemos que ellos mismos han podido formar sus gobiernos apoyados por esa misma formación de la que ahora hacen anatema, Una postura que tiene mucho más que ver con la hipocresía que con la amnesia.
La verdad es que no envidio en absoluto  la situación de Sánchez, acosado por sus compañeros y por quienes, amigos y enemigos, desde  fuera del partido le exigen que, en aras de la gobernabilidad, que exigen los mercados y la troika, o como se llame ahora, franquee el paso a Mariano Rajoy para que pueda formar gobierno, el mismo Rajoy del que hace ocho días había dicho que no era decente para presidirlo. 
No le envidio y no sé lo que haría después de haber desbaratado el partido en Madrid, para cosechar con su nueva formación dos severas derrotas, primero en las municipales y autonómicas y, ahora, en las generales, desnaturalizando la representación del partido en el Congreso y dejando fuera a alguien como Eduardo Madina. No le envidio y sé que si alguien le ofreciese una ventana o una puerta, por las que desaparecer sin hacer ruido, las aceptaría sin pensárselo mucho.
Pobre Pedro Sánchez, marchitado antes de florecer, sometido a los parásitos y las malas hierbas de su propio jardín y azotado por los vientos de sus enemigos que pretenden inclinarle hacia su terreno, Pobre Sánchez, especialista en huidas hacia adelante, al que la única salida que le queda, si le dejan propios y extraños, es la de forzar unas nuevas elecciones en las que jugárselo todo a cara o cruz, haciendo bueno eso de "de perdidos al río", porque a este perdedor las cosas ya no le pueden ir peor.
Lo malo, otra razón para sentirse acorralado, es que Podemos está deseando esas nuevas elecciones, a las que las dos derechas se presentarían sin careta. En esa "segunda vuelta", probablemente los de Iglesias se "comerían" al PSOE y Ciudadanos, ya sin máscara, perdería todo el poder de  decisión que potencialmente tiene ahora. Pobre Sánchez, pobre perdedor.


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Muy bien dicho....

Felices Fiestas !