Dicen que los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía.
De ser cierto, que creo que lo es, el titular de la Fiscalía Anti Corrupción,
Manuel Moix, debe sentirse hoy muy melancólico, porque todos sus esfuerzos para
"reventar" la operación Lezo, desencadenada ayer por la Unidad
Central Operativa de la Guardia Civil bajo la dirección del juez Eloy Velasco,
han resultado baldíos. Primero porque, en un juzgado, la última palabra es del
juez y, en segundo lugar, porque los fiscales del caso no estaban dispuestos a
que todo el trabajo, casi de orfebrería, llevado a cabo durante meses, si no
años, se les escapase de las manos como agua en una cesta.
Manuel Moix, nombrado por su superior José Manuel Maza,
siguiendo las instrucciones del ministro Catalá, equiparable por su falta de
respeto por la ley, al mismísimo Jorge Fernández Díaz, trató de impedir varios
registros vitales para la obtención de pruebas que corroboren las vías de
investigación abiertas por el juez y la Guardia Civil a sus órdenes. Pero no
sólo eso, además dio la orden de que sus subordinados en el caso se abstuviesen
de acusar a los principales investigados ya detenidos del delito de asociación
criminal, que no es otra cosa que la forma legal de denominar eso que los legos
llamamos asociación mafiosa.
La verdad es que, amén de la pena que conlleva el delito,
resulta poco estático que un ex presidente de la Comunidad de Madrid, su
esposa, su hermano y creo que algún cuñado, el yerno de Villar Mir, uno de los
principales constructores de nuestro país, Edmundo Rodríguez, consejero
delegado del muy rajoyista diario LA RAZÓN, junto a directivos, esposas y
socios de algunos de los citados, sean acusados de mafiosos.
Mafia y Familia, términos que en algún que otro lugar son
sinónimos y que aquí, en este caso, pese a los esfuerzos del fiscal Moix, se
entrecruzan dando vida a una estructura criminal destinada a saquear la caja de
la empresa pública Canal de Isabel II, para convertir sus fondos en riquezas
para sí mismos o en liquidez negra para pagar las campañas electorales y de
imagen del Partido Popular de Madrid y algún que otro medio de comunicación
creado con el único fin de cantar las glorias de una Esperanza Aguirre, a la
que no bastó con arruinar Telemadrid, y los suyos.
Todo un mundo corrupto y hediondo, en el que los peor encarados
han sido los amos, un mundo en el que un "volquete de putas" puede
ser el premio a una buena operación, un mundo en el que bastaba un decorado,
una cinta y unas tijeras para hacer creer a los ilusos votantes en un progreso
que nunca existió, U mundo, en suma, en el que nada se hacía, ni siquiera el
envío de ayuda humanitaria a las víctimas de tragedias como el terremoto de
Haití, si los amigos, hermanos o cuñados no "trincaban" en el camino.
Un mundo que se desmorona alrededor de Esperanza Aguirre,
amenazando con tragársela con llanto y todo. Un mundo levantado sobre la
arrogancia del que se ha sabido y aún se cree impune que ya no puede durar
mucho. Un mundo injusto, levantado para quienes no pretenden otra cosa que
repartirse el nuestro. Un mundo que va a echar de menos Esperanza Aguirre, rica
por casa y por matrimonio, un mundo cuya pérdida le llevó ayer al borde del
llanto, al puchero, mientras trataba de convencernos de que ella no se ha
llevado nada, como si los centenares de millones invertidos en sus campañas por
los beneficiarios de sus adjudicaciones y contratas, no existiesen, centenares
de millones que la han llevado durante décadas a lo más alto de la política
madrileña -su ambición no le dio para comprarse La Moncloa- desde donde colocó
a familiares y amigos y a familiares de familiares y amigos de amigos, todo a
costa de los impuestos y el bienestar de los madrileños
Las ´lágrimas de Esperanza Aguirre ayer no eran por el
calvario que va a pasar su "lugarteniente" Ignacio González. Las
lágrimas eran por ella misma, porque sabe, es lista y debe saberlo, que, antes
o después, Granados, González y todos los demás se cansarán de soportar, solos,
sobre sus espaldas el peso de las culpas de esta familia mafiosa que después de
tantos años han llegado a levantar. Llora, Esperanza. Te adelanto que tus
lágrimas riegan nuestra felicidad.
1 comentario:
Todo acaba saliendo...
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