Pareciera como si este fin de semana hubiese escogido por
todos para acabar teniendo razón. La han tenido, por ejemplo, los agoreros que,
ya desde hace semanas, cuando se vio que el Barça sería uno de los finalistas
de la Copa hoy del rey, que lo fue del generalísimo y también del presidente de
la República, comenzaron a poner vendas sobre una herida aún no abierta o,
quién sabe, si a echar sal sobre otra mal cerrada. Todos ellos, políticos de
uno y otro signo, periodistas y algún que otro deportista, pusieron el foco
sobre lo que iba a durar un minuto antes de que Messi y los suyos comenzasen a
hacer magia sobre el césped, un minuto apenas en medio de dos días de magnífica
convivencia entre seguidores del Athletic de Bilbao, no todos vascos, no todos
nacionalistas, y los barceloneses, no todos del Barça. no todos nacidos en
Cataluña y no todos "soberanistas".
Un sólo minuto de casi tres mil de convivencia que está
siendo aprovechado por los oficiantes de la confusión y el odio, para colocar
su mensaje aquí y allá, para llevar el agua del incidente a su molino y para
preparar la polémica del próximo año, porque muy difícilmente no será el Barça
uno de los finalistas de la próxima edición.
Lo de la noche del sábado fue otra profecía auto cumplida,
porque quienes amenazaron con sanciones ¿de qué tipo y a quiénes? sabían
perfectamente que sus amenazas aumentarían las expectativas sobre la pitada y
las ganas de pitar de quienes estaban dispuestos a hacerlo. Tenían razón,
porque al centrar la atención de los medios sobre esos hipotético minuto de
ruido, difuminaban el aspecto deportivo de una final que a más de uno le
hubiese gustado jugar o de la hostia electoral (Rita dixit) de hace sólo una
semana y de la que aún siguen lamiéndose las heridas, temerosos de los que se
les viene encima o, por decirlo mejor, lo que se les ha hundido bajo los pies.
Tuvieron también razón, echando el resto en la pitada,
quienes esperaban un refrendo a su "proceso" en las municipales, una
esperanza frustrada por la consolidación de las alianzas de izquierda, alianzas
transversales, para las que el bienestar de los ciudadanos están por delante de
sus sentimientos y de sus aspiraciones nacionalistas. Quizá por eso llenaron
los accesos al campo de silbatos y vuvuzelas cuatribarradas para que los poco
habilidosos no se quedasen con las ganas de pitar.
Pero también tenía razón Jesús Gallego, director del
Carrusel Deportivo de la SER, cuando ayer, al abrir su programa, se preguntaba
a quién habría que sancionar por la pitada, porque no está claro si debería ser
a cada uno de los noventa mil espectadores presente, algunos de los cuales
seguro que no silbaron, o a los responsables de ambos equipos, al propietario
del campo, cedido a la federación para el encuentro, o a la propia federación,
organizadora del partido y distribuidora de veinte mil de las localidades.
Difícil pregunta, sin duda.
Tiene razón el gobierno, encelado con el asunto, porque
"políticamente" cree que le beneficia. al dirigir la investigación y
las posibles sanciones hacia las plataformas soberanistas que regalaron
silbatos a quienes acudían al campo, como si no se pudiese pitar sin pito o
silbar sin silbato. Más bien creo que sabe que haría el ridículo y provocaría
un terremoto, sancionando al Athletic, mayoritario en las gradas, o al Barça, y
no digamos ya, multando a la Real Federación de Fútbol de España.
También tuvieron razón, cómo no, quienes potaron, quizá les
faltó educación, pero razones íntimas u sentimentales seguro que no les
faltaban, incluso si lo que trataban de hacer era pasar el rato soltando aire y
adrenalina, porque, sin duda, les amparaba el derecho a la libertad de expresión.
Probablemente y según dicen algunos, les faltó educación, porque faltaron al
respeto al himno y, dicen, aunque eso habría que verlo, al resto de los
españoles. Sí faltaron, si es que le faltaron, a un respeto impuesto, el de
escuchar en silencio el himno, uno de los símbolos del Estado, que quizá
representa a una forma de estado no deseada. Pero creo que estaban en su
derecho, porque el respeto no se impone, se gana.
Como solución propongo que el rey no asista a la entrega de
la Copa que ahora lleva su nombre, que se suprima la obligatoriedad de hacer
sonar el himno para recibirle, que las finales se jueguen sólo en estadios de
territorio no nacionalistas o que se prohíba la participación de equipos de
esos territorios cuyos seguidores podrían no respetar el himno.
En fin todos quieren tener razón, la razón, pero lo que
tienen, en realidad, son razones.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
Como dijo Don Ramón de Campoamor: «En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira»
Saludos
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