Ha sido éste un fin de semana de calor e indignación. Lo del
calor es indiscutible. Yo, en todos mis años de vida, no he sentido una asfixia
como la de ayer, que invitaba sólo a quedarse quietecito en un rincón, a la
sombra y a ser posible cerca del agua y en medio de una brisa, natural o
artificial, en tanto llega la noche, aunque, al final, uno no sabe si la larga
noche y la obligación de descansar que dicen que conlleva es lo mejor para
aliviarse del fuego aquí en la tierra.
Algo así es lo que está pasando en la pérfida Europa, madre
desnaturalizada, que abandona a sus hijos cuando no pueden seguirla en el
camino. Algo así, insisto, porque uno no sabe que es mejor, el calor del día o
el de la noche o el estar en Europa o fuera de ella. Lo cierto es que los
ciudadanos griegos, los hijos repudiados de la pérfida Europa han perdido ya
tantas cosas que lo único que les queda por perder es el miedo y parece que lo
están perdiendo.
Un miedo que deberíamos haber perdido todos hace ya mucho
tiempo. Temo repetirme, pero he de recordar una vez más que, si Zapatero
hubiese tenido ante el chantaje de la troika el mismo arrojo que tuvo hace diez
años y que ahora celebramos, para aprobar los matrimonios entre parejas del
mismo sexo. si hubiese tenido el valor de hacer frente al "lado
oscuro" que habita en Bruselas, sometiendo a referéndum la reforma del
artículo 135 de la Constitución, el que, una vez reformado, nos entregó atados
de pies y manos a la troika y sus cuentas perversas, otro gallo nos
cantara y, probablemente, otro gallo les cantara a los griegos.
Todo esto viene a cuento de la abrupta ruptura de
las negociaciones entre el Eurogrupo y Grecia sobre el pago de su deuda
imposible de pagar, tras una serie de medidas aplicadas por un gobierno
sintético y antidemocrático de tecnócratas, impuesto tras la propuesta de
referéndum de Papandreu, que, con sus crueles medidas, llevaron al
empobrecimiento y la radicalización de la ciudadanía, expresada con la elección
de Tsipras como expresión de la resistencia ante la tiranía europea.
Tal fue la insistencia de la Unión y lo más florido de la
derecha y la prensa más conservadora del continente que convirtieron la
elección de Tsipras en una especie de anatema ante la posibilidad de contagio
en otros países martirizados. Y tal fue la simpatía y la esperanza despertadas
por Txiriza entre la izquierda europea, que la actitud de los negociadores de
la troika se ha pervertido por la necesidad de humillar, primero al ministro
Varoufakis y más tarde al primer ministro Tsipras, para hacerle pagar su
insolencia al hacerles frente.
Esto y la creciente sospecha de que alguien se está
"forrando" con el tira, afloja y parece que rompe de las
negociaciones, me tiene indignado. Y es que no me puedo quitar de la cabeza que
gran parte de los ministros de Economía, los que imponen las condiciones a
Grecia, los que aceptan o rechazan sus contraofertas, provienen como Luis de
Guindos de la banca especulativa mundial, la que compra y vende en función de
informaciones más que privilegiadas que les permiten manejar los mercados a su
antojo.
Y, para acabar con mis razones para la indignación, no puedo
dejar de mencionar a la prensa o al menos a una gran parte de la prensa,
la que, como hizo EL PAÍS ayer domingo, condenan a Grecia a los infiernos por la
decisión de su primer ministro de consultar al país las imposiciones de
Bruselas.
Quién ha visto y quién ve a quienes se suponen que
representan a sus lectores, poniendo en duda la capacidad para decidir su
futuro de la ciudadanía griega Es indignante, muy indignante, que nadie,
mucho menos un periódico que se dice independiente, se permita poner en duda
uno de los instrumentos de la democracia. Es indignante que los gobiernos y la
prensa no defiendan ya a quien se deben, sino a las empresas, a la superestructura
capitalista que se han hecho con ellos.
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luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
1 comentario:
El Acuerdo sobre la deuda externa alemana de 1953 (Acuerdo de Londres de 1953), consistió en la quita o anulación de parte de la deuda externa alemana en un 62%; tanto las deudas contraídas en el período de entreguerras (Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial) como las deudas resultantes de la postguerra por parte de 25 países acreedores...
Saludos
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