No creo que a estas alturas sea necesario recordar una vez
más quienes han ocupado la dirección del Fondo Monetario Internacional ni
enumerar sus hazañas, para tener claro qué es lo que los mortales, los que no nos
movemos en limusina, podemos esperar, no ya de las previsiones del fondo, sino
de sus verdaderas intenciones. Y me explico: con sus cifras de esta madrugada,
lo que hace la institución que dirige la prevaricadora Christine Lagarde es
dar la razón al único gobierno de la Europa del sur que ha sido fiel a
sus recetas y que ahora se ve amenazado por sus empobrecidos electores.
Una vez perdida Grecia, que el próximo domingo optará por
una izquierda diferente a la que durante décadas se ha venid alternando con la
derecha en el despeñadero griego, parece que el FMI pretende poner en manos del
PP de Rajoy la munición que le permita defender el cortafuegos contra esa nueva
izquierda en el Mediterráneo, la última trinchera de quienes defienden a sangre
y fuego la economía especulativa contra el avance imparable de quienes están
dando sentido a los que durante décadas nos hemos dejado embaucar por quienes
dejaron la calle y los problemas de quienes les votaron, para sentarse en los
sillones de cuero de los consejos de administración del IBEX 35 para ocuparse sólo
de sus intereses.
Afortunadamente, o por desgracia, los cantos de sirena del
FMI y el uso propagandístico que de ellos va a hacer el PP chirrían en los
oídos de tantos y tantos españoles que han perdido el trabajo, la casa y el
bienestar de que disfrutaban tras tantos años de lucha y de trabajo. A ninguno
de ellos, por más que insistan portadas y telediarios le van a convencer de que
la cosa está mejor. A ninguno le van a hacer creer que trabajar unas pocas
horas a la semana, cuando y donde quiera el patrón, a cambio de unos pocos
euros, es tener un puesto de trabajo, porque esos miniempleos miserables no le
garantizan el futuro para el que tanto se había preparado.
Este gobierno y todos esos grandes organismos que trabajan
al servicio de una superestructura que escapa al control de cualquier poder
democrático confunden intencionadamente contratos y empleos, pretendiendo
hacernos creer que lo otro, trabajar y progresar en una empresa, aportar y
recibir a y de esa empresa nuestros conocimientos, está anticuado y, yo lo
escuchado, es también egoísta y cómodo.
Por eso y para eso nos han sumergido en esta crisis que, al
menos en Europa, ha sido perfectamente diseñada. Por ello han dejado en el paro
y sin red a millones de europeos, especialmente en el sur y especialmente en
España, a sabiendas de que, en pleno desierto, quien más quien menos buscará un
refugio, por pequeño que sea, en el que tratar de sobrevivir.
Combatir esta ofensiva publicitaria del Gobierno y de quien
una vez tras otra equivoca a su gusto los pronósticos le va a resultar fácil a Podemos
y le resultaría fácil al PSOE, si el peso de la púrpura de esos consejos de los
que os hablo se lo permitiesen, Bastaría con pedir a la gente que mirase a su
alrededor y echase cuentas. Bastaría con preguntar a los jóvenes qué
expectativas tienen de alcanzar algún día la independencia que da vivir en una
casa propia. Bastaría con pedirles que pensasen en cuántos de sus amigos están
en el paro o trabajan a salto de mata por una miseria. Inmediatamente se silenciarán
las fanfarrias y caerá el más ominosos de los silencios sobre estos señores que
nos han dejado sin sueños ni derechos.
Lo que ha hecho el FMI es decirnos, como en lo peor de la
posguerra, que este año habrá pollo para todos, esos pollos que soñaba el buen
Carpanta en los tebeos, pero el hecho de que haya pollos como para saciar el hambre
de todos los españoles no quiere decir que esa hambre se vaya a saciar, lo que ocurre
es que, de los pollos del FMI, unos pocos españoles se comen los de todos los
demás.
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1 comentario:
Efectivamente...basta con mirar en nuestras calles y echar cuentas...
Saludos
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