viernes, 23 de enero de 2015

BÁRCENAS SALE FUERTE


El PP celebra este fin de semana su última convención antes de ponerse a prueba en unas elecciones, las municipales y autonómicas, las generales y antes que ninguna de ellas, las andaluzas, en las que los españoles van a votar con los ojos más abiertos que nunca y, la mayoría, con poco o nada que perder. Una convención que se abre, además, horas después de que un Bárcenas irreconocible, con las garras recortadas o al menos escondidas, abandonara la prisión donde ha pasado los últimos meses, nada menos que diecinueve, fuera del horario de los telediarios, aunque en pleno prime time de las televisiones.
El PP no es un partido democrático. En la práctica, a los hechos me remito, casi ningún partido lo es. No elige a sus candidatos en unas primarias, aunque sean tan frustrantes como las del PSOE o las de la federación madrileña de Izquierda Unida. Ni siquiera eso. En el PP. los candidatos, los equipos y los propios sucesores, los elige el que ostenta el poder o quien quiera que esté detrás de él, porque a nadie puede escapársele que quienes ocupan la sede de Génova funcionan más como una corporación que como un instrumento democrático, mediante el cual la ciudadanía puede administrar su destino.
Por eso la convención que dentro de unas obras se abre en Madrid apenas esconde incertidumbres ya que, más allá de la interpretación que de los gestos o el orden de los discursos hagan los especialistas en analizar sonrisas o desplantes y del previsible autobombo que cabe esperar de un partido en eterna precampaña, no cabe esperar nada de un partido que se gobierna y se corrompe de arriba a abajo.
No sé yo si quien eligió las fechas de la convención, en pleno fin de semana electoral griego estuvo muy acertado. Tampoco sé si dio un respingo cuando se enteró de que su particular Leviatán, Luis Bárcenas, iba a salir de prisión en la tarde previa a la inauguración de la convención, sabiendo, como supongo que sabría, del hambre atrasada de cámaras y micrófonos con que saldría su tesorero, Quizá por eso el director de la cárcel de Soto no se tomó mucha prisa en firmar la libertad de su interno más famoso y los responsables del telediario de la primera de Televisión Española cortaron la conexión con la puerta de la prisión, justo cuando el denunciante de la caja B del PP comenzaba a hablar. Y la verdad es que los que dieron la orden de cortar podrían haberse ahorrado un gesto tan feo, porque al ex tesorero, sin dejar de recordar su cariño a Rajoy, le falto pedir el voto para el que fue su partido, aunque, claro, dirigido por otros.
Eso es lo que me tiene desconcertado desde anoche, porque no dejo de preguntarme por qué se ha fijado una fianza que está al alcance de muchos para quien podría pasarse el resto de su vida en prisión y controlaría cuentas en Suiza y fuera de ellas con decenas de millones de euros. Eso y la aparente defensa que hizo del partido es algo de lo que oiremos hablar, y mucho, en los próximos días y probablemente a él mismo, porque, si un gilipollas como el jovenzuelo Nicolás ha podido convertirse en estrella mediática con caché propio y en centro de tertulias televisivas, qué no pasará con Bárcenas.
De momento, hoy viernes, poco se ha hablado de la convención popular que habla de unidad y sí mucho de las dudas sembradas por un Bárcenas que, como advirtió en su "recadito" a Rajoy ha sido fuerte y fuerte parece haber salido de la prisión.


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