jueves, 12 de marzo de 2020

IRRESPONSABLES


Si algo está dejando claro esta crisis sanitaria global que estamos sufriendo es que, a los españoles, nos falta responsabilidad, colectiva, pero, sobre todo, colectiva. Nos hartamos de echarnos flores como pueblo responsable y solidario. Somos obedientes cuando se nos sujeta y castiga, pero no lo somos cuando se deja en nuestras manos el más mínimo resquicio para el incumplimiento. Mi maldad vengativa me lleva a pensar que tenemos merecido lo que nos pase, pero, inmediatamente, caigo en la cuenta de todo un país no merece pagar las consecuencias de la irresponsabilidad de unos cuantos, no muchos, pero suficientes.
Ayer, sin ir más lejos, se hizo efectivo el cierre de escuelas, colegios y universidades, para evitar la propagación del virus y parece que a algunos, fundamentalmente universitarios, les faltó tiempo para, ya desde la noche anterior, tomar el centro de Madrid y congregarse, bien juntitos, en bares y terrazas del centro de Madrid, Y no sólo eso, porque a la mañana siguiente las estaciones de tren o autobús se llenaron de universitarios arrastrando maletas para, sin saber si estaban infectados, volver al pueblo a repartir el riesgo entre familiares y amigos. También los parques se llenaron de niños sin colegio que reprodujeron al aire libre, no sé con qué consecuencias, el contacto que diariamente mantienen en su colegio. Eso por no hablar de quienes se ofrecen, previo pago o no, a montar guarderías improvisadas, en locales y domicilios sin control.
Hay irresponsables de todas las categorías y todos los grupos sociales. Ayer, sin ir más lejos, en la cola de uno de los supermercados en los que compro habitualmente, me tocó ver a un "caballero" bien vestido, con ropa cara, de marca, una mascarilla y guantes de plástico empujando un carro repleto de "acopios" innecesarios, botellas de aceite, una docena, montañas de leche, pasta, sopas y conservas como para un asedio. A su lado, yo con mis pechugas de pollo, mis cogollos de lechuga y mi barra de pan, me sentía violento y con ganas de decirle al buen señor que a lo mejor se moría antes de comerse todo eso.
No sé quizá soy demasiado escrupuloso para esos actos insolidarios de gente que, porque se lo puede permitir y aunque no sea necesario, porque nunca van a faltar suministros, se lleva de las estanterías lo que quizá necesiten ahora otros. Parece como si la gente se sintiese mejor así, acaparando sin necesidad, llenando armarios y cajones en sus casas con mascarillas y geles hidroalcohólicos que nunca va a usar, por el simple gusto de tenerlos, dejando sin estas protecciones necesarias al resto de la población.
Irresponsable, también, el diputado de Vox, Javier Ortega Smith que, sabiendo que la epidemia ya se había declarado en la Lombardía Italia, se fue a pasar unos días con sus hijos y regresó sin decir a nadie donde había estado, pese a tener síntomas claros de la enfermedad, como quedó demostrado en las grabaciones de la Asamblea que celebro su partido, en la que no dejo de toser y moquear, además de repartir besos y abrazos. Ahora todo su grupo parlamentario está en cuarentena y quizá algún que otro caza selfis de esos que tanto le admiran. La irresponsabilidad de Ortega Smith ha obligado a restringir el trabajo del Congreso y quién sabe si del ayuntamiento, porque en los dos sitios tiene escaño, quizá porque no trabaja mucho en ninguno de los dos.
Irresponsables fueron también los sanitarios del hospital de Alcorcón que, pese a estar prohibidas las concentraciones de médicos y enfermeras, para evitar el contagio de personal tan necesario y crítico, se reunieron en una cena y una fiesta en las que se produjeron contagios que, a estas horas, con toda probabilidad se han extendido a los pacientes que trataron en sus consultas.
Pero si hay un grupo de irresponsables, jaleados además como héroes desde algunos medios de comunicación ese es el de los hinchas que se concentraron a las puertas de Metalla, cuando se decidió celebrar el partido de la Liga de Campeones a puerta cerrada para evitar contagios, o, peor aún, esos casi tres mil hinchas atléticos que, sin pensar en nade, viajaron ayer a Liverpool para ver jugar a su equipo frente al histórico club inglés. No os quepa duda de que, si hasta ahora Reino Unido no estaba siendo castigado severamente por el coronavirus, a partir de hoy lo estará, ni de que alguno de los viajeros se traerá de allí la alegría de ver clasificado a su equipo y algo más, con tos, fiebre alta y mucho peligro.
Alguien me ha dicho que, para extender la infección por todo el mundo, bastaba con inoculársela a unos cuantos italianos y españoles que con su poca cabeza se encargarían del resto, y quizá tengan razón, aunque hay quienes además de irresponsables, están trufados de maldad, como el estúpido Donald Trump que ayer cerró sus aeropuertos para impedir la entrada del "virus extranjero", con la excepción de los del Reino Unido que, desde anoche quizá ya no sean tan seguros. No estaría mal que "pelo fuego", xenófobo donde los haya, empezase a toser también.



1 comentario:

Mamen Piriz García dijo...


Todos son actos irresponsables. Y que lamentaremos que por no ponerse en serio vamos a pasar una de las peores pandemias. Un abrazo.