Ayer, por fin, le Sexta introdujo un nuevo plato en el menú
monocorde e indigesto que nos viene ofreciéndonos desde hace una semana a base
de coronavirus bien teñido de amarillo, de primero, de segundo y de postre
demasiado condimentado y poco o nada sutil. Ayer, de repente, Ferreras se puso,
como en sus mejores tiempos, es sarcasmo, claro, al frente de la caballería,
como yo le recordaba en la SER, dando consignas, ordenando las aperturas,
emprendiendo un bombardeo de saturación de la audiencia, con intereses que, por
más que pretenda hacernos creer que son los de la libertad de expresión, no son
más que otra batalla de sus guerras particulares, en esta ocasión contra la
ultra talibán, esto es mío, portavoz del PP en el Congreso.
De buena mañana, Cayetana Álvarez de Toledo, en una
entrevista en Onda Cero, arremetió contra la Sexta afirmando que la cadena hace
negocio erosionando la democracia, una exageración, sin duda, nada apropiada en
un político que, antes o después, acabarán, él o su partido, necesitando mantener
una buena relación con ese o con otros medios.
Lo de Álvarez de Toledo, más cercana las más de las veces a
Vox que a su propio partido no debiera extrañarnos. Lo extraño ha sido el cómo
y el cuándo de estas afirmaciones, coincidiendo su andanada a la Sexta con una
entrevista en la Uno de TVE a su líder, al menos eso creo, Pablo Casado,
acallando cualquier cosa que hubiera podido decir. Toda una temeridad, más
cuando estamos a las puertas de unas elecciones, las vascas y gallegas, en las
que está en juego el liderazgo de Casado en el PP.
La portavoz del PP, incluso desde su altivez, debería haber
medido el componente ciego y salvaje que hay en la personalidad de Ferreras,
capaz, como Roger Alles, el fundador de Fox News de tomárselo todo como algo
personal y de convertir el medio que dirige en un ariete contra sus adversarios
en sus guerras particulares.
Quede constancia de que Cayetana Álvarez de Toledo es, para
mí, uno de los personajes más odiosos del panorama político actual y, también,
que creo que ayer se quedó corta, porque la Sexta, como casi todos los medios
de comunicación privados, pero quizá más que ninguno, trata de hacer negocio
con todo lo que toca: con el miedo al coronavirus, con el dolor de cualquier
víctima, con el morbo de los sucesos, con los disturbios en Cataluña o donde
quiera que sea, con la información meteorológica, si llueve, si nieva o hace
viento, con la Economía con todo, a base de sensacionalismo, de datos contados
a medias, escondiendo las soluciones para dar brillo a los problemas,
convirtiendo, en fin, la actualidad en un serial, terrorífico a veces, con el
que conseguir que la gente se vaya angustiad a la cama, para, a la mañana
siguiente, comprobar si, por fin, el mundo, como anunciaba la Sexta, se ha
acabado.
Insisto en que soy cualquier cosa menos cayetanista o
pepero, porque me parece que hay algo de histeria e inconsistencia en ambos,
por más que la portavoz recubra de solemnidad hasta los buenos días que da. No
lo soy, pero eso no quita para que considere y denuncia que la reacción de
Ferreras y la Sexta, de la Sexta y Ferreras, ha sido excesiva y me recuerda al
periodismo de otros tiempos, al de aquellos "dese" del franquismo que
convertían en ineludibles para los redactores todas esas noticias que convenían
a los jefes o al régimen. Lo de ayer, empleando todos y cada uno de los
redactores y presentadores de la cadena el mismo "descerebrado",
aplicado a lo dicho por Álvarez de Toledo, que sin duda Ferreras había
convertido en un "dese", al igual que Alles ordenó que Barak Obama
fuese en "su” cadena Barak "Hussein" Obama.
No me gusta Cayetana, pero menos me gusta que una cadena de
televisión, la que sea, pase por encima de la libertad de expresión de sus
trabajadores, obligándoles a disparar el "descerebrado" en las
informaciones que les han sido encargadas en lo que no es otra cosa que un
ajuste de cuentas. No sé cómo acabará le guerra, pero, conociendo como conozco
a Ferreras, estoy seguro de que el director de la Sexta está empeñado en que
ahora se trata de "ella o yo".
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