Me duele tener que decirlo, pero creo que Podemos, con su
Pablo Iglesias a la cabeza, no hace más que alejarse cada vez más de nuestro
sueño, que ya no estoy seguro de que fuera el mismo que el de quienes ahora
ocupan su cúpula.
A veces tengo la impresión de que la estrategia que ha
llevado a cabo Pablo Iglesias en los últimos meses no la hubiese diseñado más
cómoda para sí la derecha económica que todo lo empapa en este país. Lo digo
porque las ambiciones y le egolatría de Iglesias y lo anodino de su cada vez
menos brillante guardia de corps no han hecho sino alejarnos del sueño de esa
unidad de la izquierda tan necesaria para devolver el gobierno de este país a
la mayoría social que predomina en él.
Con lo que no contaban Iglesias ni la derecha económica y
mediática de la que os hablo es con la rebelión de las bases del PSOE que fue
capaz de devolver el control del partido a quien fue privado de él mediante una
serie de artimañas diseñadas en despachos lejos de la calle Ferraz y con el
apoyo de la artillería mediática de los de siempre.
Ahora, apenas un mes después de las primarias, las segundas
ganadas por un Pedro Sánchez que no quiso sino defender su programa y el
mandato de la militancia de no franquear el paso a Mariano Rajoy, es evidente
que el PSOE ha recobrado el resuello perdido en las encuestas y que la figura
de su secretario general se está viendo reforzada como presidenciable, mientras
que quien soñaba, como el iluminado Julio Anguita, en ese "sorpasso"
que, se ha visto por dos veces, nunca llegará sembrando la desunión en la
izquierda.
No hay más que ver, para comprobarlo, de qué manera han
evolucionado en las encuestas los perfiles de Sánchez e Iglesias. Al alza, el primero,
que en sondeos más o menos interesados como el de LA RAZÓN podría recuperar
veintidós de los escaños entregados s Podemos o a la abstención, en tanto que
el partido de Iglesias, Podemos, se mantiene en su caída tan lenta como tenaz.
Con el lógico miedo a equivocarme, soy de los que piensan,
no en una izquierda o un voto útil, que bastante han perjudicado una y otro en
el tejido social de este país, sino en una izquierda dispuesta y capaz de
hacerlo a colaborar para reconstruir todo lo perdido en todos estos años de
crisis y de saqueo de la derecha, una izquierda que realmente se crea sus
programas y que crea en la enorme capacidad de transformar la sociedad que le
dan sus votantes, una izquierda que, en lugar de buscar al enemigo a su lado,
lo busque enfrente que es donde realmente está.
No sé si las intenciones que trae Sánchez son esas, lo que
sí me parece evidente es que Pablo Iglesias y lo que ha dejado en pie de su
partido no están por esa labor y siguen pensando, demasiado pagados de sí
mismos que lo suyo, su caída, es coyuntural, del mismo modo que atribuyen el
notable ascenso de Sánchez en las encuestas al "efecto champán" de su
victoria.
Lo que parecen ignorar Iglesias y sus fieles es que
nosotros, los votantes, ya tenemos memoria de su comportamiento, ya sabemos lo
que son capaces de hacer y no hacer en las instituciones, ya sabemos lo mal que
administran el poder que se pone en sus manos, ya sabemos lo contradictorios
que pueden llegar a ser y ya les hemos visto apuñalándose unos a otros, acaparar
miserables cargos, a la búsqueda del control, sin importarles la sangre y la
ilusión desperdiciadas entre sus votantes.
Hubiese sido muy dejarse querer y mostrarse como un
compañero fiable en esa labor de reconquistar la ilusión de todos los que hemos
perdido algo en estos años, pero, más bien al contrario, nos han llevado de
decepción en decepción, dejándonos cada vez más lejos del sueño. Que no se
sorprendan ahora si quienes depositamos nuestro voto y nuestras esperanzas en
ellos, les damos la espalda en las elecciones que quedan por venir y nos
quedamos en casa, algo siempre lamentable, o dejamos que sea otro quien nos
ilusione.
2 comentarios:
Un artículo verdaderamente bueno ...
Muy buen comentario, que comparto. Salvo en que nunca me he creído lo de Podemos.
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